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Medio terrestre

Adaptaciones de los animales al medio terrestre

El ambiente terrestre impone a los seres vivos que allí habitan condiciones mucho más rigurosas que las existentes en el ambiente acuático y son más variables. Para los organismos terrestres es esencial conservar el agua que forma parte de sus cuerpos. Por ello, la mayoría tiene cubiertas protectoras impermeables que evitan que el agua se evapore. Pero esto plantea un problema para el intercambio de gases.

Obtención de oxígeno

Los organismos terrestres realizan el intercambio a través de orificios de la pared corporal que comunican con las tráqueas en los insectos, los pulmones en libro en las arañas y los pulmones con alvéolos en los vertebrados.

Temperatura

Es un factor muy importante en los animales que carecen de sistemas termorreguladores –los poiquilotermos–, como los anfibios y los reptiles. El metabolismo y la temperatura corporal de estos animales están condicionados por la temperatura externa. Los animales poiquilotermos presentan una serie de adaptaciones: los que viven en el desierto tienen mayor actividad durante la mañana o en horas de menor calor. En períodos fríos, los reptiles disminuyen su metabolismo y caen en hibernación, y al llegar la primavera reemprenden la vida activa; en las horas de mayor calor, sufren letargo, estivación…

Muchos insectos forman huevos destinados a eclosionar en primavera, después de haber resistido los fríos invernales. Aunque hay especies, como la mosca doméstica, que pueden vivir entre 5 y 45 grados centígrados.

Los animales homeotermos poseen temperatura corporal constante e independiente de las variaciones externas: los humanos, 37 °C; el oso polar, 38; el elefante, 36… Como se puede observar, estos valores son muy similares, porque en dicho rango la actividad de las enzimas es óptima (a partir de los 50 °C las enzimas necesarias para el metabolismo se desnaturalizan). Los animales homeotermos, en el caso de altas temperaturas externas, presentan una serie de cambios que afectan tanto al comportamiento como a la fisiología (menor actividad, búsqueda de lugares de sombra…). Por el contrario, cuando las temperaturas son bajas, algunos animales, como las marmotas y los lirones, se sumen en un típico letargo o sueño invernal. Durante este tiempo consumen lentamente la reserva de grasa que han almacenado en su tejido adiposo durante los meses de actividad. Lo mismo sucede con el oso pardo en invierno: este animal hiberna, es decir, entra en un estado de reposo en el que ralentiza y casi detiene sus actividades vitales.

Hibernación
 
La hibernación no solo es dormir. En realidad, es un sueño muy profundo en el que la temperatura corporal del animal se reduce hasta los cero grados (hipotermia) y el corazón late muy despacio. Los animales en estado de hibernación parecen estar muertos: su cuerpo está frío y la respiración es casi imperceptible (pasan varios minutos entre un movimiento respiratorio y el siguiente). 
 

Muchos animales, como los lobos o los rebecos, desarrollan un pelaje más espeso en invierno, para aguantar las bajas temperaturas. La perdiz nival cambia su color, dependiendo de la estación, para pasar desapercibida a sus depredadores: en verano es parda, pero en invierno, cuando la montaña está nevada, su plumaje es de color blanco.

La temperatura también puede desencadenar determinados procesos fisiológicos; así por ejemplo, la pupa de la polilla conocida como “lagarta peluda” (Lymantria dispar) no se convierte en adulto a menos que haya soportado bajas temperaturas; sin embargo, el adulto puede morir en esas mismas condiciones. La temperatura también afecta a los hábitos migratorios de algunas especies de mamíferos (renos, caballos cimarrones, ñues, lemmings) y especialmente de aves (como cigüeñas y golondrinas); durante el invierno estos animales se desplazan a latitudes más cálidas, donde la posibilidad de encontrar alimento es mayor, pues la falta de éste, a su vez, está condicionada por la temperatura.

Humedad

La vida de los animales terrestres está poderosamente influida por la humedad del suelo y de la atmósfera.

Los animales que necesitan vivir en medios húmedos, como los anfibios o las babosas, poseen tegumentos blandos y permeables que facilitan el paso del aire y del agua. Otros, en cambio, viven en una atmósfera más seca, por lo que tienen tegumentos duros para evitar la pérdida de agua; por ejemplo, los insectos (caparazones) y los reptiles (escamas córneas).

La desecación periódica del medio provoca que muchos animales (como algunos gusanos) se enquisten. Asimismo, algunas especies de zonas tropicales se someten a un sueño estival equivalente al sueño invernal de los países fríos; por ejemplo, algunos gasterópodos, como el caracol, no salen de su concha hasta que la atmósfera haya adquirido un cierto grado de humedad.

Temperatura y humedad actúan de forma conjunta. Así, la falta de humedad es un problema mayor cuando las temperaturas son extremas. Recíprocamente, la adaptación de un animal a temperaturas muy altas o muy bajas está relacionada con la humedad existente en el aire.

Luz

La cantidad de luz en el aire también es importante para funciones como la visión –los animales que viven permanentemente en lugares donde no llega nunca la luz por lo general son ciegos–, las migraciones de ciertas aves y mamíferos...

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