Locomoción de los animales terrestres
Los animales terrestres presentan una gran variedad de estructuras o sistemas de locomoción.
La mayor parte de los invertebrados se desplazan sobre el suelo mediante apéndices articulados llamados patas; otros lo hacen por movimientos de su cuerpo, como los anélidos (lombrices), que deben estirarse y encogerse para su desplazamiento, gracias a que bajo su piel hay unos fuertes músculos y a que presentan una especie de esqueleto hidrostático, formado por los huecos internos del cuerpo llenos de líquido, que les sirve de soporte. Muchos insectos presentan expansiones membranosas del cuerpo que les sirven para volar.
La locomoción en los vertebrados terrestres viene facilitada por la posesión de un esqueleto interno y un sistema muscular muy desarrollados. Los anfibios adultos poseen cuatro patas que les permiten el desplazamiento; en algunos casos, como la rana, sus extremidades posteriores son mucho más grandes que las anteriores, a diferencia de los sapos, que tienen sus cuatro extremidades de tamaño muy similar.
Los reptiles presentan en su mayoría cuatro extremidades (lagartijas, cocodrilos, tortugas…); sin embargo, las serpientes no poseen patas y se desplazan con movimientos ondulatorios del cuerpo.
Las aves han transformado sus extremidades anteriores en alas para volar; además, tienen forma aerodinámica y huesos ligeros, con huecos, para disminuir el peso del cuerpo.
La mayor parte de los mamíferos también poseen cuatro extremidades para desplazarse. En la especie humana las extremidades anteriores se han diferenciado transformándose en brazos, y solo utiliza las extremidades posteriores para su desplazamiento.
Izquierda: distintas formas de locomoción: de un ave, Columba livia, la paloma; de un insecto que se desplaza sobre la superficie del agua, el zapatero, Gerris lacustris; de un pez..
La estructura de las extremidades de los mamíferos sufrió modificaciones según precisaron adaptarse más o menos a la carrera; así encontramos especies plantígradas (osos, primates…) que apoyan toda la planta del pie al marchar; digitígradas (zorros, perros…), que se apoyan únicamente sobre los dedos y, por tanto, están más adaptados a la carrera, y ungulígradas (caballos, cebras, rinocerontes…), que apoyan solo la punta de los dedos revestidos por pezuñas córneas.
Otros mamíferos también sufrieron modificaciones de las extremidades a consecuencia del tipo de vida. Por ejemplo, los quirópteros (murciélagos), han desarrollado una membrana alar (el patagio) que se extiende por todo el cuerpo y que les capacita para el vuelo (son los únicos mamíferos voladores); los cetáceos (como las ballenas y delfines) y sirenios (como las vacas marinas y manatíes) que están adaptados a la vida acuática, presentan forma hidrodinámica, sus extremidades anteriores se han transformado en aletas y han perdido las extremidades posteriores y la cintura pelviana.
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