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El experimento de Miller

 

La hipótesis de Oparin y Haldane no pasó de ser una idea más entre las que buscaban un mecanismo posible para el origen de la vida hasta que en 1953 un joven estudiante de posgrado, Stanley Miller (1930-2007) llevó a cabo un experimento de resultado sorprendente bajo la dirección de Harold Urey (1893-1981), premio Nobel de Química en 1934. Urey había publicado un modelo para la composición de la primitiva atmósfera terrestre basándose en datos espectroscópicos de Júpiter y Miller le propuso someter a prueba experimental la hipótesis de Oparin y Haldane bajo esa atmósfera. Para ello diseñó un montaje experimental en el que una mezcla de gases que suponían presentes en la atmósfera primitiva (metano, amoníaco, dióxido de carbono, hidrógeno), en presencia de agua en ebullición (el océano primordial), era sometida a descargas eléctricas mediante las chispas que producían un par de electrodos.

El resultado superó las más optimistas de las expectativas que podía imaginar. A las pocas horas de poner en marcha el dispositivo el agua empezó a teñirse de un color amarillento. Al cabo de algunos días, las muestras extraídas tras la condensación del vapor mostraban la presencia de moléculas orgánicas sencillas, como ácido cianhídrico y algunos aminoácidos.

Modelo simplificado del experimento de Miller (cmm).

 

El resultado del experimento de Miller supuso un espaldarazo definitivo a las teorías sobre el origen prebiótico de la vida.

Años más tarde, nuevos datos han demostrado que la atmósfera de la época en que se originó la vida no era tan reductora como creían Miller y Urey ni el metano tan abundante. Al repetir la experiencia con estas nuevas mezclas gaseosas, la formación de moléculas decayó de forma espectacular. Sin embargo, el experimento original demostró que la síntesis prebiótica es posible; quizá no bajo las circunstancias esperadas pero sí de algún otro modo que aún no hemos desvelado... o tal vez sí, si se tienen en cuenta los descubrimientos hechos en el fondo de los océanos.

Un aporte más...

En 1959, el bioquímico español Juan Oró (1923-2004) logró la síntesis de la adenina, una de las bases nitrogenadas que forma parte de los nucleótidos clave del metabolismo y de los ácidos nucleicos, y lo hizo a partir del ácido cianhídrico, una de las moléculas presentes en las muestras de Miller.

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