2.4.2. La teoría cromosómica de la herencia
By André Karwath aka Aka (Own work) [CC BY-SA 2.5], via Wikimedia Commons. |
La relación entre genes y cromosomas fue demostrada definitivamente por Morgan y su equipo al trabajar con la mosca del vinagre, Drosophila melanogaster. Morgan identificó ciertos rasgos, como el color de los ojos o la longitud de las alas, cuya expresión dependía del sexo del individuo, y dedujo que los genes responsables de los mismos se localizaban en el cromosoma X. Se dice que dos genes están ligados, o que entre ambos hay ligamiento, cuando se ubican en el mismo cromosoma. Lógicamente, los genes ligados deberían transmitirse en bloque a la descendencia: un óvulo recibiría, bien el cromosoma X que tiene los genes paternos, bien el que posee los genes maternos. Pero a veces se producían gametos en los que los genes paternos y maternos aparecían recombinados en el mismo cromosoma. Morgan relacionó este hecho con un fenómeno identificado en la profase I: la formación de quiasmas, o “cruces” entre cromátidas de cromosomas homólogos, que vendrían a ser las huellas que deja el sobrecruzamiento.
Todas estas observaciones condujeron a Morgan y sus colaboradores a proponer en 1915 la denominada teoría cromosómica de la herencia, con la que daría comienzo la era de la genética clásica.
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