3.1. Deriva continental
La solución de Wegener: la hipótesis de la deriva continental
Suess se percató de que todos esos enigmáticos fósiles se hallaban en el hemisferio sur; sorprendentemente, no se encontraron vestigios en el hemisferio norte. Este hecho le sugirió que quizá en alguna época remota todas estas tierras emergidas hubieran formado parte de un único “supercontinente”, al que llamó Gondwana (etimológicamente “tierra de Gond”, una tribu dravídica de la India). Suess se lo imaginaba como una gigantesca masa de sial que ocupaba el área comprendida desde lo que hoy es Sudamérica hasta la India; no llegó a decidir si Australia y la Antártida formaban parte de Gondwana, pero sus seguidores sí las incluyeron.
Mapas paleogeográficos elaborados por Wegener. a) El supercontinente Pangea durante el Carbonífero, hace 290 Ma. b) Situación en el Eoceno, hace 58 Ma. c) A comienzos del Cuaternario, hace menos de 2 Ma. El continente africano se mantiene fijo en el mapa para que sirva de referencia. |
Suess creía que grandes fragmentos de esa inmensa masa continental se colapsaron a causa de la contracción de la Tierra y se hundieron, originando el Atlántico Sur y el océano Índico durante la era Secundaria (en el presente, denominada Mesozoica); los fragmentos que no se hundieron serían los continentes actuales.
Suess estaba convencido de que la subsidencia de las cuencas oceánicas produciría descensos en el nivel del mar, mientras que su rellenado por sedimentos aportados por los continentes generaría ascensos del mismo. Dichos cambios del nivel del mar fueron designados como movimientos eustáticos y tal vez, según él, contribuyeran al alzamiento y hundimiento de los puentes continentales.
A quien no convencieron los razonamientos de Suess fue al meteorólogo alemán Alfred Wegener (1880-1930), quien insistió en que el concepto de isostasia hacía imposible la subsidencia de grandes masas continentales en la profundidad del océano. Su propuesta alternativa tenía la sencilla lucidez de un genio: si los continentes se desplazan verticalmente a causa de reajustes isostáticos, ¿no podrían desplazarse también horizontalmente?
En 1915 Wegener publicó la primera edición de El origen de los continentes y océanos, obra en la que sugirió la que más tarde se designaría como hipótesis de la deriva continental. Según Wegener, a comienzos del Mesozoico existía en la superficie de la Tierra un supercontinente único denominado Pangea (en griego, “toda la Tierra”), el cual se habría partido y sus fragmentos habrían empezado a moverse y a dispersarse. Adoptando el mecanismo de isostasia postulado por Airy, Wegener admitió que los fragmentos de Pangea, constituidos por sial, flotarían sobre los materiales basálticos subyacentes (sima), más densos y fluidos, que forman el suelo oceánico. Durante el proceso habrían surgido las cordilleras por compresión en los bordes frontales de los continentes en su proa o cerca de ellos.
Wegener sustentó su hipótesis en una serie de argumentos que veremos en el siguiente apartado.
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