Métodos de estudio de las rocas endógenas
Tradicionalmente, a la hora de estudiar una roca se pueden distinguir dos fases:
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La recogida de muestras, que implica la anotación de todos los datos que pueden ser interesantes para nuestro estudio: localización, geometría de las unidades magmáticas...
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Trabajo de laboratorio, que consiste básicamente en:
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Microscopio petrográfico (en el círculo se puede observar una muestra). Análisis de componentes mediante el microscopio petrográfico (figura)
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Difracción de rayos X que, como hemos visto en la Unidad 8, nos permite identificar los minerales que constituyen la roca (véase el cuadro de la página 385).
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Estudio de las inclusiones fluidas atrapadas en la roca y que se pueden observar en una sección transparente a través de un micropolariscopio con luz. Este estudio es muy interesante, porque las inclusiones fluidas conservan las propiedades químicas y físicas de las soluciones de las que provienen. Se pueden considerar, pues, como muestras directas de las fases volátiles que han circulado por la litosfera a lo largo de los tiempos.
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Estudios geoquímicos, que se realizan en función de los elementos que pueden constituir la roca. Previamente ésta se ha de disgregar, ya sea por vía húmeda (disolviendo la roca) o por vía seca (triturando la roca). Los componentes obtenidos se analizan mediante diversas técnicas:
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Microsondas, que se utilizan para conocer la composición química de un mineral. La microsonda permite reconstruir la secuencia de cristalización de los distintos minerales.
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La espectrometría de masas en acelerador, que utiliza un acelerador de partículas para medir los isótopos de un elemento (tienen la propiedad de que su proporción relativa no se altera cuando la roca se funde). Estudiando los isótopos podemos conocer el lugar de procedencia.
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