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Proterozoico

Abarca desde hace 2.500 Ma hasta hace 542 Ma. La temperatura del interior de la Tierra ha disminuido al igual que la actividad volcánica. A lo largo de este eón, se formaron varios supercontinentes —las masas continentales se reúnen y forman un supercontinente— que posteriormente se fragmentaron; consecuentemente, tuvieron lugar importantes orogenias de características semejantes a las del Fanerozoico. Uno de los supercontinentes que se crearon, Rodinia, se fragmentó en tres grandes masas continentales que volverían a reunirse hace 600 Ma para dar lugar a otro supercontinente, Pannotia, cuya formación marca el final de este eón.

Entre 2.400 y 2.100 Ma tuvo lugar la primera glaciación de la que se tienen numerosos registros, la glaciación huroniana (véase el recuadro “¿Qué son las glaciaciones?”, más adelante en esta misma página), aunque parece ser que hubo, al menos, tres fases muy frías –en dos de ellas la tierra firme se cubrió de hielo y el mundo se transformó en una gigantesca “bola de nieve” con una temperatura media de –50 °C.

A comienzos del Proterozoico, la densa atmósfera del Arcaico había desaparecido por procesos de meteorización de las masas continentales procedentes de la fragmentación de los supercontinentes: el CO2 se disolvió en el agua y formó ácido carbónico (H2CO3) que atacó las rocas, destruyendo los silicatos y formando carbonatos, en particular calcita (CaCO3); este mineral, bastante insoluble, precipitó en los océanos, retirando buena parte del CO2 de la atmósfera —lo que pudo ser causa de la glaciación huroniana anteriormente mencionada; recuérdese que el CO2 es un gas de efecto invernadero— y transformándolo en roca caliza.

En este eón aparecen y evolucionan las células eucariotas, cada vez más complejas y diferenciadas; y la vida se va diversificando cada vez más en los océanos. Las bacterias fotosintéticas siguen enriqueciendo la atmósfera con oxígeno y retirando el CO2. Parte del oxígeno constituyó la capa de ozono (O3) que nos protege de la radiación ultravioleta. Así quedó constituida la atmósfera terciaria actual y facilitó que algunos organismos se aventuraran a conquistar la tierra firme.

Se encuentran gran cantidad de estromatolitos (del griego strõma, “cama o alfombra” y litho, “piedra”; véase la imagen siguiente, izquierda) que son estructuras organo-sedimentarias laminadas (principalmente de CaCO3) adheridas al sustrato, producto de la actividad metabólica de microorganismos como las cianobacterias—. Los estromatolitos más antiguos conocidos son los de Australia occidental y datan de hace 3.500 Ma.

Estromatolitos   Fauna de Ediacara
Estromatolitos de los Andes orientales en Cochabamba (Bolivia).   Reconstrucción de la fauna de Ediacara. Las imágenes corresponden a fósiles de esa fauna (algunos son auténticamente extravagantes, como por ejemplo, Dickinsonia es como una torta de hasta un metro de diámetro, pero de pocos milímetros de espesor).

Surgen los primeros organismos pluricelulares y al final del eón —hace aproximadamente 565 Ma, quizá 600, tras los episodios de “bola de nieve”— se desarrollan numerosos grupos de enigmáticos organismos que no parecen guardar relación alguna con las formas actuales, es la llamada fauna de Ediacara (ilustración anterior, derecha). Su desaparición, entre 549 y 543 millones de años, marca el límite entre el Proterozoico y el Fanerozoico.

¿Qué son las glaciaciones?

Cuando se encuentran simultáneamente distintos indicadores de clima frío en numerosos y muy dispersos lugares se puede concluir que hubo una crisis climática en todo el planeta denominada glaciación. Estos indicadores son muy variados. Podemos citar como ejemplos:

  • Indicadores litológicos. La presencia de tillitas en una determinada zona por ejemplo, en Marruecos) indica que allí había un clima frío con glaciares que arrastraron y depositaron los sedimentos. Por el contrario, la presencia de series calizas (por ejemplo, en la Antártida) señala un ambiente de plataforma continental cálido; si encontramos evaporitas, son signo inequívoco de un clima árido y seco.

  • Indicadores biológicos. La formación de anillos de crecimiento de los árboles depende del clima. Así, por ejemplo, en zonas de clima ecuatorial los árboles no presentan estos anillos; por el contrario, en climas templados se forman anillos cuya anchura nos indica si el clima fue más o menos suave. También la presencia de corales fósiles nos indica que anteriormente hubo en esa zona un mar cálido.

  • Indicadores geoquímicos. La proporción 18O/16O en los mares (simbolizada por δ18O) nos indica si hubo o no un periodo frío: durante los períodos glaciares, la cantidad de 16O almacenada en los glaciares es mayor, por lo que aumentará la proporción de 18O en los océanos al ser estos isótopos más pesados y, consecuentemente, se evaporarán menos.

Las posibles causas de las glaciaciones son múltiples, y muchas veces simultáneas, como iremos viendo a lo largo de los apartados siguientes: variaciones en la concentración de gases invernadero, redistribución de masas continentales (las glaciaciones suelen coincidir con la fragmentación de un supercontinente)... También se produce la alternancia entre periodos glaciares e interglaciares; para explicar este último fenómeno, actualmente se acepta la hipótesis del astrofísico Milutin Milankovitch (1879 -1958) que predijo y calculó el efecto conjunto de los parámetros orbitales sobre el grado de insolación de la Tierra —en el último millón de años, estos cambios se han sucedido con una periodicidad de unos 100.000 años—. Hoy en día se le reconoce un gran valor a esta hipótesis a largo plazo, pero sin olvidar la existencia de otros parámetros.

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