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Mesozoico

Se extiende desde hace 251 Ma hasta hace 65 Ma. Se divide en tres periodos: Triásico, Jurásico y Cretácico. En esta era comenzó a disgregarse la Pangea y las masas continentales inician su desplazamiento hacia latitudes actuales (véase ilustración).

A la izquierda se representa un esquema a escala de la división cronoestratigráfíca de la historia de la Tierra (los colores utilizados son los oficialmente establecidos; el terciario está con fondo blanco porque actualmente no tiene asignada ninguna categoría en la división cronoestratigráfica. A continuación se representa la formación y desplazamiento de las masas corticales a partir del Cámbrico, con indicación de las fases orogénicas asociadas. A la derecha, se han descrito las variaciones climáticas que se han producido desde el Cámbrico; en rojo se pueden apreciar los máximos térmicos y en azul los mínimos (glaciaciones).
 Desplazamiento de los continentes en el Fanerozoico

No se produjeron grandes movimientos orogénicos; por el contrario, los relieves hercínicos sufrieron una intensa erosión, debido a que el clima se hizo más árido, formándose depósitos característicos de gravas, arenas y arcillas rojas.

No hay evidencias de que se produjeran glaciaciones en esta era y los fósiles propios de climas tropicales son abundantes. En el Cretácico inferior las aguas se retiraron (regresión marina) y la Tierra se llenó de lagos y mares en los que se depositaron gran cantidad de materia orgánica que trajo como consecuencia una disminución considerable del CO2; estos hechos condujeron a un enfriamiento general del planeta, pero sin llegar a producir glaciaciones. Esta bajada de temperaturas pudo deberse a un incremento de la actividad volcánica —se encuentran inmensas masas de rocas volcánicas, formadas durante el Cretácico, en la meseta del Deccan en la India—; los volcanes emitirían grandes cantidades de SO2 a la atmósfera que disminuirían el grado de insolación.

Durante el Cretácico superior se incrementó la actividad de las dorsales oceánicas, aumentando el volumen de la corteza oceánica; a consecuencia de este hecho, el nivel del mar subió y se inundó (transgresión marina) hasta el 40 % de las tierras emergidas.

Desaparecen los trilobites, graptolites y peces acorazados. Los invertebrados característicos fueron los ammonites (véase ilustración). En esta ilustración aparecen dos géneros: Ceratites e Hildoceras), con forma de caracol, y los belemnites, con caparazón alargado y puntiagudo; aunque también se encuentran equinodermos, braquiópodos y cefalópodos.


Esquema a escala de la división cronoestratigráfica de la historia de la Tierra (los colores utilizados son los oficialmente establecidos; el terciario está con fondo blanco porque actualmente no tiene asignada ninguna categoría en la división cronoestratigráfica. A la derecha, se han representado algunos de los fósiles-guía más importantes; la barra que se sitúa junto a ellos representa cuanto tiempo vivieron.Escala cronoestratigráfica y fósiles guía

En cuando a los vertebrados, hace unos 360 Ma aparecieron a la vez los condrictios (peces cartilaginosos) y los tetrápodos (animales que andan a cuatro patas). Los dinosaurios surgieron hace unos 230 Ma, al mismo tiempo que los mamíferos (que durante tres cuartas partes de su existencia no experimentaron “avance” alguno). Los modernos anfibios (ranas, salamandras…) emergieron hace unos 200 Ma, y poco después se produjo la radiación explosiva de la mayoría de los actuales peces óseos (los teleósteos), originando decenas de miles de especies. Por último, las aves evolucionaron hace unos 150 Ma a partir de un grupo de dinosaurios, los terópodos.

La vida animal en el Mesozoico estuvo dominada por los reptiles arcosaurios (dinosaurios, pterosaurios y las formas acuáticas como ictiosaurios o plesiosaurios).

Hace 125 Ma aparecen las angiospermas (plantas con flores) que rápidamente se extienden por toda la Tierra.

Al final de esta era, hace 65 Ma, tuvo lugar una extinción masiva, si no la más importante, sí la más espectacular; en ella desaparecieron la mayoría de los dinosaurios —sólo se salvaron sus plumíferos descendientes, las aves— y, en los mares, los ammonites. Se apuntan varias causas, la más aceptada es la caída de un asteroide de siete a diez kilómetros de diámetro que se precipitó desde el espacio, en el norte de lo que hoy es la península mexicana del Yucatán; a consecuencia del impacto se formó un cráter —hoy enterrado bajo dos kilómetros de sedimentos— de unos 180 kilómetros de diámetro. La trayectoria de la masa de roca fue oblicua, lo que multiplicó los efectos devastadores (en la costa del sur de Estados Unidos existen señales de los gigantescos tsunamis que se produjeron). Tras el choque, se depositó por toda la superficie de la Tierra una delgada capa de iridio extraterrestre procedente de la desintegración del asteroide. Posiblemente el impacto lanzara a la estratosfera gigantescas cantidades de polvo que causaron varios meses, incluso años, de oscuridad y frío, lo que afectó a la actividad fotosintética en mares y continentes y, posteriormente, a otros elementos de las redes tróficas, como los ammonites en el mar y los dinosaurios en la tierra. Además, las precipitaciones arrastrarían este polvo dando lugar a lluvias ácidas que contaminarían las aguas y los continentes.

Algunos autores consideran que el aumento de la actividad volcánica, anteriormente mencionado, enfrío la Tierra e hizo más vulnerables a los seres vivos; posteriormente, la caída del asteroide acabaría con todos aquellos grupos peor adaptados a las nuevas condiciones.

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