6.1. Plantas no vasculares
Las “briófitas en sentido amplio” comprenden un importante número de plantas terrestres, de pequeño tamaño y que viven en ambientes muy variados, pero siempre ligados al agua. Son organismos muy antiguos y de gran importancia evolutiva, porque se encuentran entre los primeros vegetales que ocuparon el ambiente terrestre; son, por tanto, clave en la evolución de las plantas terrestres. También presentan un importante papel ecológico, porque intervienen en el balance hídrico de los bosques y en la reducción de la erosión en ciertos ambientes. Asimismo, muchas semillas de las plantas vasculares germinan en sus céspedes pues retienen agua y la liberan lentamente. Muchos artrópodos y microorganismos desarrollan su vida en los microambientes creados por las briófitas.
En la actualidad viven tres grupos monofiléticos de plantas no vasculares: las briófitas (en sentido estricto), las marcantiófitas y las antocerotófitas.
Musgo con esporofitos (cmm)
Marchantia polymorpha, una hepática
Phaeoceros levis, un antocero.
Comprende los musgos, de los que se conocen unas 15.000 especies. Su fase dominante es un gametofito de vida libre, erecto y provisto de “hojitas” o filoides dispuestas helicoidalmente; en él se forman los anteridios y los arquegonios. El esporofito se desarrolla sobre el arquegonio como una cápsula sostenida por un filamento; generalmente tiene estomas y rizoides multicelulares. Cuando una espora germina, produce un filamento verde muy ramificado, el protonema, sobre el que se desarrollan uno o más gametofitos.
Abarca las hepáticas, con 9.000 especies. Su gametofito es un talo laminar o, más comúnmente, está compuesto de “tallitos” y “hojitas”, y posee unos largos rizoides unicelulares. El nombre de estas plantas proviene del aspecto de su talo, que recuerda al hígado de los animales. El esporofito tiene una estructura muy sencilla, y carece de estomas. Está envuelto por completo durante largo tiempo por la pared del arquegonio, y solo la rompe por el ápice poco antes de la formación de las esporas.
Incluye a los antoceros, de los que solo se conocen unas 100 especies. Su gametofito es un talo discoidal, que se fija en el suelo por medio de rizoides, pero carece de filoides. El esporofito tiene cápsulas alargadas que parecen cuernos, y presenta la peculiaridad de que, mientras las condiciones sean favorables, crece ininterrumpidamente por medio de divisiones de la región basal.
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