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2.1.4. Reproducción de las coníferas

Clásicamente, a las coníferas, junto con los restantes grupos de espermatófitos que no son plantas con flores, se les conocía como gimnospermas (del griego gymn, “desnudo”, y sperm, “semilla”); este nombre indicaba que las semillas están poco protegidas, ya que se encuentran adosadas a la superficie de estructuras reproductoras. Las coníferas son generalmente monoicas (es decir, las estructuras reproductivas masculina y femenina se hallan sobre la misma planta), si bien las megásporas y las microsporas se originan en órganos diferentes: los megasporangios productores de megásporas se sitúan sobre “escamas” o brácteas que se agrupan en conos o estróbilos grandes —las típicas piñas—, mientras que los microsporangios se sitúan en unos conos menores:


Ciclo de una conífera
Ciclo de una conífera del género Pinus.

Formación del gameto femenino

De las cuatro megásporas que se forman por meiosis en el megasporangio solo se desarrolla una de ellas. Ésta se divide posteriormente por mitosis y origina una masa de tejido haploide llamada saco embrionario, que representa al gametofito femenino, y se rodea de un tegumento (tejido protector) con un orificio muy pequeño en uno de sus extremos, el micrópilo; el conjunto así formado recibe el nombre de óvulo.

Cerca del micrópilo se generan varios arquegonios (recordemos que son estructuras reproductoras femeninas), cada uno de los cuales contiene una oosfera, o gameto femenino. (Obsérvese que, en las plantas, la palabra “óvulo” no designa al gameto femenino, tal y como ocurre en los animales.)

 
Formación del gameto masculino

Por su lado, cada una de las microsporas haploides —producidas por meiosis en gran número en los microsporangios— se convierte en un grano de polen (n) alado y rodeado de una dura cubierta.

El núcleo haploide del grano de polen da lugar por mitosis a cuatro núcleos, que es lo que queda del gametofito masculino. Incluso dos de esos núcleos degeneran; los restantes son el núcleo generativo (n) y el núcleo del tubo (n).

 
Polinización, fecundación y formación de la semilla

Cuando el grano de polen llega, gracias al viento, al micrópilo de un óvulo (proceso conocido como polinización), el núcleo del tubo origina un tubo polínico alargado por el que el núcleo generativo penetra hasta el arquegonio. Dicho núcleo se divide dos veces; uno de los núcleos (n) resultantes actúa como gameto masculino y fecunda a la oosfera (n) formando un cigoto (2n) que origina el embrión (esto no tiene por qué ocurrir inmediatamente: la fecundación puede posponerse incluso hasta más de un año tras la polinización).

El embrión queda rodeado por el endospermo (n), tejido nutritivo de células haploides producidas por el arquegonio, y por una cubierta rígida derivada del tegumento del óvulo; el resultado es la formación de una semilla, también alada, que en su madurez puede separarse de la piña y ser dispersada por el viento.

 

 

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