4.3. Reacciones de hipersensibilidad. Las alergias
La hipersensibilidad es una respuesta inmunitaria específica que se desencadena de forma desproporcionada. Se distinguen cuatro tipos de hipersensibilidad:
Desencadenamiento de una reacción alérgica ante la presencia de un grano de polen (Fuente: http://www.niaid.nih.gov).
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Se origina al reaccionar el sistema inmunitario contra antígenos inofensivos llamados alérgenos. En un primer contacto con el alérgeno se produce en el individuo una sensibilización, por causas aún no bien conocidas, en la que los linfocitos TH inducen la activación de linfocitos B que producen anticuerpos IgE; estos se fijan, por la región Fc, a la superficie de basófilos y mastocitos. En posteriores contactos, el alérgeno se une directamente a estas IgE y provoca que los basófilos y mastocitos liberen altas dosis de histamina y otras sustancias que desencadenan una respuesta inmunitaria exagerada, con síntomas como el asma (constricción y obstrucción de los bronquios), la rinitis (estornudos y congestión nasal) y, si afecta al tracto digestivo, náuseas, espasmos abdominales, diarrea o vómitos.
Si la reacción alérgica es generalizada se denomina anafilaxia. A veces la respuesta inmunitaria es extrema (shock anafiláctico) con liberación masiva, por parte de basófilos y mastocitos, de sustancias que provocan, entre otros síntomas, hipotensión arterial, insuficiencia cardiaca, constricción bronquiolar…, pudiendo causar la muerte del individuo.
Entre los alérgenos más comunes destacan el veneno de abeja, el polen (de gramíneas, de olivo…), las esporas de mohos, las heces de los ácaros del polvo, el pelo o las plumas de animales (gatos, gansos…), algunos medicamentos (penicilina, aspirina…) o ciertos alimentos (cacahuetes, marisco…).
Las alergias se tratan con antihistamínicos, sustancias que neutralizan la liberación de histamina. En casos graves, se usan otros fármacos para aliviar los síntomas: los broncodilatadores para dilatar los bronquios, los corticoides para disminuir la inflamación…
La solución “definitiva” consiste en desensibilizar al individuo mediante técnicas de inmunoterapia: tras la identificación del alérgeno mediante pruebas cutáneas se le aplican al paciente dosis crecientes del mismo, hasta lograr la desensibilización completa. Con este método se logra producir anticuerpos IgG que se unen al alérgeno e impiden que este se acople a los IgE situados en los basófilos y mastocitos.
Este mecanismo se da en la enfermedad hemolítica del recién nacido, la eritroblastosis fetal, en las transfusiones sanguíneas no compatibles y en el rechazo hiperagudo en los trasplantes. En este caso, los anticuerpos circulantes IgG e IgM del receptor opsonizan unos antígenos presentes en las células extrañas y activan la vía clásica del sistema del complemento: se liberan fragmentos quimiotácticos como C5a, lo que provoca la infiltración de células polimorfonucleares y NK y la subsiguiente muerte celular.
Esquema del desencadenamiento de la reacción de hipersensibilidad tipo III (Fuente: http://www.microbiologytext.com).
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La hipersensibilidad de tipo III está mediada por complejos inmunitarios (antígeno-anticuerpo). Es muy similar a la de tipo II, pero los antígenos no están unidos a células sino que circulan libres en la sangre. La reacción antígeno-anticuerpo provoca agregados que no son eliminados por los macrófagos como sería normal, sino que se acumulan y producen una activación excesiva del complemento y de los leucocitos polimorfonucleares. Como consecuencia, se desencadena una respuesta inflamatoria en la que se liberan enzimas que atacan y destruyen los tejidos.
Este tipo de hipersensibilidad es frecuente en el caso de infecciones persistentes, en algunas enfermedades autoinmunitarias como la artritis reumatoide o el lupus eritematoso sistémico, en casos de inmunización pasiva como la enfermedad del suero y en el tratamiento con algunos medicamentos.
Tiene lugar una o dos semanas después del primer contacto con el antígeno. Durante este tiempo, los linfocitos TH son activados y se forman linfocitos de memoria. Ante un segundo contacto con el antígeno, se produce una respuesta secundaria muy intensa con liberación de gran cantidad de citocinas. Estas atraen y activan especialmente a los macrófagos, originando una inflamación que por su magnitud lesionan, en ocasiones gravemente, los tejidos afectados.
El caso más común es la dermatitis de contacto originada por cosméticos, prendas de vestir, bisutería o ciertos metales en contacto directo con la piel.
También se produce una hipersensibilidad de tipo IV —aunque mediada por linfocitos TC que actúan directamente sobre las células diana— en la destrucción de células infectadas por un virus o de células tumorales y en el rechazo tardío a órganos trasplantados. En ambos casos los síntomas son similares a la hipersensibilidad de tipo I.
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