4.2. Inmunodeficiencias. El SIDA
La inmunodeficiencia es la incapacidad para desarrollar una respuesta inmunitaria adecuada frente a antígenos extraños. Se produce porque el sistema inmunitario no funciona correctamente, o incluso ha sido eliminado; como resultado, la respuesta inmunitaria es de baja intensidad o nula, por lo que las infecciones serán más usuales y, en general, más graves. Hay dos tipos de inmunodeficiencias:
- Inmunodeficiencias congénitas o heredadas. Su origen es genético, y aparecen al nacer o pocos meses después. Son poco frecuentes, pero muy graves. Pueden afectar a todo tipo de defensas.
Entre estas enfermedades podemos destacar las inmunodeficiencias severas combinadas, caracterizadas por un déficit de linfocitos T y B. Los individuos afectados sufren continuas infecciones, que suelen ser mortales a menos que se produzca un aislamiento completo del exterior (“niños burbuja”). Actualmente se están desarrollando técnicas de terapia génica [véase el epígrafe 4.2 de la Unidad 7] para curar la enfermedad.
- Inmunodeficiencias adquiridas. Aparecen en cualquier momento de la vida. Los factores que las desencadenan son variados: la desnutrición, radiaciones ionizantes que afecten a la hematopoyesis (formación y desarrollo de células sanguíneas), fármacos —usados en radioterapia y quimioterapia, o los inmunosupresores (corticoesteroides y ciclosporina) empleados en los trasplantes—, infecciones… Estas últimas son las más frecuentes, siendo el ejemplo más representativo el SIDA.
Es una enfermedad producida por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) del que se conocen dos tipos (VIH-I y VIH-II) y unas 25 variantes, lo que dificulta en gran medida la obtención de vacunas y medicamentos eficaces.
Virus VIH infectando células humanas. Imagen obtenida por microscopia electrónica de transmisión. A la izquierda de la imagen, en el interior de la célula humana, se puede observar una mitocondria.
(Fuente: http://remf.dartmouth.edu/images). |
Este virus ataca y destruye los linfocitos TH o CD4+ (colaboradores). El proceso de la infección presenta las siguientes etapas:
- Periodo de ventana. Dura pocas semanas. El VIH penetra en el cuerpo a través de una herida, por contacto directo con la sangre u otros fluidos corporales de una persona infectada, por transfusión sanguínea de sangre contaminada, de la madre al hijo durante la gestación, el parto o la lactancia… En la sangre, el VIH se une y penetra en los linfocitos TH. La unión se realiza por el reconocimiento específico entre una proteína del virus, la gp120, y el correceptor CD4 de los linfocitos TH. El individuo (que ya puede transmitir la enfermedad) tiene unos síntomas iniciales que son fácilmente confundidos con una gripe; después, ya no muestra ningún signo.
- Período de latencia o asintomático. Dentro de los linfocitos, los virus se multiplican y lentamente el sistema inmunitario se va deteriorando, especialmente el número y la funcionalidad de los linfocitos TH. En esta etapa no se produce ningún síntoma. El sistema inmunitario fabrica gran cantidad de anticuerpos (especialmente IgG) que son fácilmente detectables en el suero (individuos seropositivos).
- Período sintomático tardío o reproductivo. Paulatinamente la tasa de linfocitos TH va disminuyendo; cuando hay menos de 150 por mm3 (en una persona sana hay más de 1 000 por mm3) el enfermo no es capaz de ofrecer una respuesta inmunitaria adecuada contra las infecciones, y se desarrolla entonces la inmunodeficiencia (el SIDA). La muerte sobreviene por infecciones oportunistas (tuberculosis, neumonías…) o por tipos raros de cáncer, como el sarcoma de Kaposi.
Hoy en día aún no existe un tratamiento eficaz para detener el avance del SIDA y se realizan numerosas campañas de prevención que hacen hincapié en evitar prácticas de riesgo (compartir jeringuillas, no utilizar preservativos en las relaciones sexuales ocasionales…). Cuando ya la enfermedad está establecida, se utilizan medicamentos específicos que retardan la progresión del síndrome, aunque no son capaces de eliminar el virus. Estos medicamentos interfieren en la multiplicación del virus o impiden la unión del virus a los correceptores CD4 de los linfocitos.
Actualmente se aplica la llamada terapia triple, que combina tres fármacos (nelfinavir, zidovudina y lamivudina) que ha conseguido reducir el número de muertos anuales por SIDA. Mientras, se sigue investigando en la síntesis de una vacuna eficaz.
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