Como ya comentamos en la unidad anterior, España cuenta con una gran diversidad de especies vegetales. Lamentablemente muchas de ellas están en serio peligro de extinción –apenas queda el 20% de las masas forestales originales de nuestro país–, por diversas causas:
1. El fuego
Los agricultores y pastores utilizan el fuego con varios propósitos: para la limpieza de los terrenos que han perdido valor para la agricultura, para eliminar residuos agrícolas, para destruir malezas, plagas y animales peligrosos… A estos incendios hay que añadir los naturales, los provocados por pirómanos y los accidentales.
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Cada verano el fuego arrasa en nuestro país una superficie media de 150 000 hectáreas. Muchas plantas, como por ejemplo el eucalipto y el pino carrasco, están adaptadas a sobrevivir o tolerar en cierta medida los fuegos recurrentes y presentan diversos tipos de órganos que les permiten sobrevivir a los incendios, como pueden ser órganos subterráneos, cortezas gruesas y de difícil combustión, yemas de crecimiento cubiertas por envolturas de hojas verdes protectoras… Estas plantas predominan en los lugares que se queman con regularidad.
2. Tala de bosques y destrucción de pastos naturales
Los bosques se talan principalmente por presión demográfica (para construcción de áreas urbanas o zonas industriales) y por extensión de los usos agrícolas y ganaderos de los suelos. Otras forma de explotación también pueden tener un efecto muy negativo sobre las comunidades vegetales.
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No solo la tala ocasiona un problema medioambiental grave. Algunas otras formas de explotación de estos recursos, aparentemente conservacionistas, llegan a tener un efecto nefasto sobre las comunidades vegetales. Así, la extracción de resinas en los bosques de pino es una actividad de considerable importancia económica, pero que, en numerosas ocasiones, causa la eliminación de árboles de talla superior. Además, los métodos de extracción de la resina dañan en mayor o menor medida a los árboles y los hacen más susceptibles al fuego, ya que destruyen parcialmente la corteza protectora y exponen la resina –sustancia altamente inflamable– al exterior; Al tiempo, debilitan al árbol al favorecer la penetración de plagas. La tala de bosques puede considerarse como un caso de sobreexplotación, que consiste básicamente en tomar de las poblaciones silvestres más individuos de los que pueden ser reemplazados por la fertilidad natural de la especie.
3. Pastoreo
El efecto del pastoreo sobre la vegetación y el suelo depende de varios factores, como el tipo de ganado (caprino, bovino u ovino), la densidad de los pastos, las características de la comunidad vegetal y del suelo.
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Se ha visto que el pastoreo en los bosques afecta considerablemente a la regeneración de los árboles, pues sus plántulas, así como las yemas de crecimiento, pueden ser eliminadas por el ganado. El peso y el continuo apisonamiento del suelo lo apelmaza, dificultando así la oxigenación de las raíces y el establecimiento de plántulas. Las ovejas y las cabras son más dañinas para la regeneración del bosque que otros rumiantes, ya que las primeras arrancan todo material vegetal, en tanto que las reses prefieren los pastos.
4. Erosión
La erosión provoca la pérdida de materia orgánica –el 20% del territorio nacional sufre riesgos extremos o altos de erosión– y, con ella, la pérdida de la capacidad de retención de nutrientes minerales del suelo, lo cual provoca la desaparición de tipos de formaciones vegetales que aportaban naturalmente compuestos orgánicos al suelo.
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Al ser eliminadas estas formaciones y sustituidas por cultivos anuales o por praderas, que producen una cantidad mucho menor de materia orgánica, se ocasiona un daño irremediable que debe ser aliviado por medio de la aportación de abonos y fertilizantes, los cuales ocasionan otro tipo de problemas, como veremos a continuación.
5. Contaminación
Las comunidades vegetales se pueden ver afectadas por contaminantes de origen urbano, industrial y agrícola, que causan fenómenos como la lluvia ácida o la eutrofización.
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La lluvia ácida consiste en que, durante la combustión del petróleo, del carbón y de sus derivados, se forman óxidos de azufre y nitrógeno que, en contacto con el agua, se transforman en los ácidos respectivos. El efecto de esta lluvia acidificada es particularmente grave en los terrenos derivados de rocas muy pobres en calcio.
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También el uso de fertilizantes en los campos de cultivo, que después son lavados por la lluvia y arrastrados hacia ríos y lagos, puede llegar a tener un efecto muy importante sobre la flora y la fauna acuática: el incremento de nutrientes disponibles para el crecimiento de las plantas, como fósforo y nitrógeno, ocasiona una proliferación de cianobacterias y algas, así como plantas acuáticas como el lirio acuático y la lentejilla de agua; además, la proliferación de algas ocasiona un incremento en la materia orgánica en suspensión, lo que a su vez provoca una multiplicación de los microorganismos y una reducción del oxígeno disponible.
La proliferación de plantas como el lirio y la lentejilla acuática ocasiona una reducción de la iluminación del agua que mata a la flora benéfica del fondo y al fitoplancton, y ocasiona otros cambios en la temperatura y oxigenación del agua.
Todos estos procesos conducen a la eutrofización del medio acuático.
6. Plagas
Una plaga es una situación en la cual un organismo produce daños económicos, normalmente físicos, a intereses de las personas (salud, plantas cultivadas, animales domésticos, materiales o medios naturales). Las plantas son organismos muy susceptibles a las plagas, y muchas especies vegetales pueden ser afectadas por varias plagas simultáneamente.
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Como ejemplo de plaga podemos citar la grafiosis, enfermedad de los olmos producida por un hongo, Ophiostoma ulmi, que obstruye los vasos conductores de la savia y segrega unas toxinas que producen su envenenamiento. Una vez infectado, en cuestión de semanas las hojas de un olmo robusto y sano se doblan y se decoloran rápidamente. Las esporas de los hongos de la grafiosis se transmiten por vía aérea y por la lluvia, pero sobre todo por dos especies de escarabajos descortezadores del género Scolytus que las portan en sus patas; estos insectos se introducen en el árbol y perforan galerías en su interior, difundiendo el hongo por toda la planta. Hace cincuenta años la enfermedad llegó de Asia a Europa, donde rápidamente se extendió (se estima que en España el 40 % de las olmedas han desaparecido por efecto de la grafiosis).
7. Introducción de especies foráneas o exóticas
Algunas especies no autóctonas de un determinado lugar o área han sido accidental o deliberadamente transportados a este nuevo hábitat por las actividades humanas. Como vimos en la unidad anterior, estas nuevas especies constituyen un importante agente de alteración de los ecosistemas nativos, y ponen en peligro la diversidad biológica de la zona.
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Esto se debe a que, muchas veces, estas nuevas especies generan otras condiciones ambientales (alteran los suelos, producen otro tipo de frutos…) que no tienen ningún parecido con las que existían en los bosques autóctonos a los que han sustituido, de manera que muchas especies de plantas y animales no pueden establecerse en ese ambiente nuevo al que no están adaptadas.
En numerosas ocasiones la introducción de especies vegetales foráneas está relacionada con la sobreexplotación de recursos forestales y agrícolas; por ejemplo, las plantaciones de especies de rápido crecimiento como pinos y eucaliptos para la obtención de maderas dan lugar a los llamados “desiertos verdes”, porque la biodiversidad de la zona decrece en gran medida. Esto es debido, entre otras razones, a que un bosque natural está siempre en equilibrio dinámico y presenta una gran biodiversidad (es una condición esencial para su existencia).
Una plantación industrial agota el agua y los nutrientes, por lo que disminuye la biodiversidad (no solo la vegetación, sino también los numerosos animales que conviven con ella como pájaros, pequeños mamíferos, insectos…) que desaparecen de la zona al disminuir estos recursos.
Otro ejemplo lo encontramos en la sobreexplotación de cultivos, que hace que especies polinizadoras no encuentren hábitats adecuados y migren; así, en 1994, los productores de almendra de California tuvieron que importar abejas melíferas para asegurar los cultivos de almendras. Sin embargo, no todas las especies responden de la misma manera a estas agresiones que acabamos de comentar; la susceptibilidad de una determinada especie a desaparecer también depende de varios factores intrínse cos, como son su vulnerabilidad, su capacidad de reproducirse, su densidad en una determinada área, su adaptación ante condiciones climáticas adversas... Todos estos factores van a condicionar el tipo de medidas de protección que se han de tomar para garantizar la supervivencia de una especie vegetal.