Cnidarios
En el filum de los cnidarios se observan los órganos sensoriales y los sistemas nerviosos más sencillos. Los órganos sensoriales están muy poco desarrollados; se reducen en general a unas células neurosensoriales dispersas por la superficie de la epidermis y, en menor medida, de la gastrodermis, pero concentradas principalmente en los tentáculos de las medusas y alrededor de la boca: son, sobre todo, mecanorreceptores sensibles a la presión, estatocistos (estatorreceptores) que informan sobre la posición del cuerpo y fotorreceptores que informan sobre la intensidad y la calidad de la luz, aunque en la mayoría de los cnidarios que los poseen no son adecuados para indicar su dirección (algunos grupos presentan ocelos muy simples que sí proporcionan dicha información, aunque no reciben imágenes, puesto que carecen de "lentes" del tipo cristalino).
Izquierda: Principales receptores de los cnidarios. Destacan especialmente los estatocistos, órganos sensoriales que funcionan como receptores de la fuerza de la gravedad y que están formados por un repliegue tapizado con células receptoras con vellosidades; sobre ellas, y en el seno de un material adhesivo, se encuentran granos de arena o de carbonato cálcico que, al desplazarse sobre las células sensoriales, desencadenan el impulso nervioso. Derecha: Plexo nervioso (verde) del pólipo típico de un cnidario. |
Las medusas del orden Escifozoos (Scyphozoa), en el que la fase pólipo prácticamente ha desaparecido, poseen un órgano sensorial complejo denominado ropalia que incluye un estatocisto, quimiorreceptores y ocelos. En las cubomedusas (Cubozoa), las peligrosas avispas de mar, estos órganos muestran un gran desarrollo y poseen los ocelos más complejos de los cnidarios.
Los cnidarios presentan el modelo más sencillo de sistema nervioso, que es el de plexo nervioso o sistema difuso. Consiste en una extensa red de neuronas situada en la epidermis o bajo ella y que se extiende por todo el cuerpo. En este caso no se desarrollan arcos reflejos como tales, puesto que un estímulo producido en cualquier parte del animal se transmite en todas las direcciones (un tipo similar de organización del sistema nervioso lo podemos encontrar localmente en muchos otros animales; por ejemplo, en las paredes intestinales de los vertebrados, en donde controlan los movimientos peristálticos).
Sin embargo, en algunos grupos existe un mayor grado de especialización; por ejemplo, en ocasiones existen nervios radiales, e incluso en algunas especies, como en las medusas del género Gonionemus, llegan a formar dos anillos nerviosos situados respectivamente por encima y por debajo de la línea de inserción del velo, conectados por fibras que pasan a su través. El anillo inferior es primariamente motor en cuanto a su función, y envía fibras a los músculos para controlar el movimiento sincronizado de este animal; el anillo superior es primariamente sensitivo, e integra la información procedente de las diversas células sensoriales diseminadas en torno al borde de la umbrela.
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