2.1. El "dogma" central de la Biología molecular
En 1954, el astrofísico ucraniano George Gamow (1904-1968) sugirió una solución inspirada en el código Morse. Al combinar solo dos signos, el punto (•) y el guión (–), los telegrafistas podían representar todos los símbolos del alfabeto; así, – • • era la “D”, y ••• significaba “S”. ¿No podrían asimismo las células combinar bases nitrogenadas (y, por tanto, nucleósidos) para “representar” aminoácidos en una especie de código genético?
Gamow aventuró que el ADN serviría de “molde” directo para el ensamblaje de los aminoácidos proteínicos: a lo largo del surco que hay entre las dos hebras de la doble hélice se moldearían cavidades delimitadas por distintas combinaciones de cuatro bases; en cada cavidad se insertaría un aminoácido específico, y cuando todos los aminoácidos se hubiesen alineado en el orden correcto, una enzima los uniría formando una cadena polipeptídica, que se desprendería del ADN. Para saber qué aminoácido “encaja” en una cavidad concreta bastaría conocer tres bases —un triplete—, ya que la cuarta quedaría automáticamente determinada por las reglas del apareamiento de bases. Según Gamow, el orden de las bases sería irrelevante (así, CAG y GAC definirían el mismo aminoácido), lo cual dejaría justo 20 combinaciones para los 20 aminoácidos conocidos por entonces.
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