Síntesis prebiótica
Agruparemos bajo esta denominación las ideas que defienden que el origen de la vida en nuestro planeta sucedió sin ninguna clase de influencia externa, por evolución química a partir de las sustancias presentes en las etapas iniciales de evolución del planeta, teniendo en cuenta que las condiciones eran entonces muy diferentes a las actuales:
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La atmósfera primitiva era reductora, no contenía oxígeno. Éste es un elemento muy reactivo que no permanece libre en la atmósfera salvo que exista una fuente permanente que lo reponga. Así, la presencia de oxígeno libre en cantidad apreciable, como en la atmósfera terrestre, es un indicador de la existencia de vida.
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La radiación ultravioleta llegaba libremente hasta la superficie puesto que no existiendo oxígeno tampoco había ozono, que se forma a partir de aquel por efecto de la radiación.
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La Tierra estaba sometida a un intenso bombardeo de asteroides que pudieron aportar algunas moléculas precursoras como las que se han detectado en meteoritos, cometas y nubes interestelares.
En este grupo destaca la teoría del científico ruso Aleksandr Oparin (1923) que dice: “ La vida comenzaría a generarse a partir de moléculas sencillas que existían en la atmósfera primitiva (hace 3500 m.a.) y que una vez arrastradas a los océanos, formarían microgotas de moléculas o “coacervados”, que serían las precursoras de las primeras células, una vez adquiridas el equipo enzimático necesario para realizar las funciones biológicas (nutrición, relación y reproducción). Esta teoría se vió fuertemente reforzada por un experimento realizado más tarde por el científico americano Stanley Miller (que se describirá en el siguiente apartado), que consiguió sintetizar moléculas orgánicas a partir de un modelo artificial de atmósfera primitiva (descargas eléctricas a una atmósfera reductora, rica en gases del tipo metano, dióxido de carbono,etc).
Ideas similares, aunque de forma independiente, defendía por entonces el ya mencionado científico británico Haldane.
La síntesis prebiótica se podría resumir en:
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Formación de moléculas orgánicas simples por reacción entre componentes presentes en la atmósfera sometidos a la fuerte radiación junto con la aportación de descargas eléctricas por rayos. Estos componentes serían arrastrados al océano donde formarían el llamado caldo o sopa primitiva.
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Formación de moléculas orgánicas más complejas por reacción entre las anteriores en presencia de agua, apareciendo ácidos grasos, azúcares, componentes de nucleóticos y, sobre todo, aminoácidos, los sillares de las proteínas.
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Formación de coacervados o microestructuras similares en forma de pequeñas esferas huecas separadas del medio y cierta capacidad de regulación y replicación. A partir de aquí tomaría el control la evolución por selección natural.
Adelantado a su tiempo...
El 1 de febrero de 1871 Charles Darwin escribió a su amigo Joseph Hooker: "Si pudiéramos concebir, en algún pequeño estanque con todos los tipos de amoníaco y sales fosfóricas, con luz, calor y electricidad presentes, que un compuesto proteico fuera formado químicamente, preparado para sufrir cambios todavía más complejos, hoy en día materia como esa sería instantáneamente devorada o absorbida, lo cual no habría sido el caso antes de que las criaturas vivientes fueran formadas".
Fortey, R. (1997). La vida, una biografía no autorizada. Taurus, grupo Santillana de Ediciones, S.A. Madrid, 1999. (p. 59).
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