El vocabulario de la religión
Términos religiosos
La terminología de la religión procede de palabras griegas y latinas. En el estudio del vocabulario griego de las religiones hemos de considerar dos aspectos: el referente a la terminología del fenómeno religioso en general y el que se refiere al cristianismo en particular, distinguiendo en ambos las palabras originalmente griegas de las más o menos recientes creadas a partir de palabras griegas.
Del mismo modo que el pensamiento filosófico gira en torno al término λόγος ‘palabra’, ‘razón’, el religioso lo hace en torno a θεός.
Analizaremos algunos derivados de la palabra θεός. Sobre la existencia o no de dios tenemos ἄθεος ‘ateo’ ya utilizada por Platón en la Apología de Sócrates. Con este último sentido pasó al léxico moderno, para negar la existencia de cualquier dios.
A éste se oponen términos como: teísmo formado sobre θεός y el sufijo -ισμός. En este caso define la creencia en un Dios personal, trascendente y creador del mundo y del hombre. A este término hay que añadir otro, compuesto con μόνος ‘único’, monoteísmo, doctrina religiosa que reconoce un solo Dios y que se opone a politeísmo ‘creencia en múltiples dioses’, palabra que tiene el mismo origen, pero sustituyendo μόνος por πολύς ‘mucho’.
A partir del adjetivo πάνθειος ‘común a todos los dioses’, compuesto de πᾶν ‘todo’ y del adjetivo θεῖος ‘perteneciente a los dioses’, ‘divino’, el griego creó la expresión ἱερὸν Πάνθειον ‘templo consagrado a todos los dioses’. Los romanos llamaron Pantheon al edificio construido en Roma en honor de todos los dioses; luego pasó a significar el monumento funerario donde se enterraban varias personas. Sin embargo, una palabra como panteísmo, que parece antigua y hecha a partir del mismo πάνθειος más el sufijo -ισμός, no nos ha llegado del griego, sino del inglés pantheism y está construida a partir de la expresión πᾶν ἐν θεῷ ‘todo en Dios’, pues el panteísmo es una especie de monoteísmo en el que Dios y el cosmos son la misma cosa.
Para justificar la actuación de Dios, Leibniz acuñó la palabra teodicea, formada por los sustantivos griegos θεός ‘dios’ y δίκη ‘justicia’, la teodicea vendría a ser la justificación de Dios para hacer compatible con su sabiduría la existencia del mal.
De la raíz de θεός deriva el adjetivo ἔνθεος ‘poseído o inspirado por un dios’, de donde a su vez el verbo ἐνθουσιάζω ‘estar poseído por un dios’ y de él el sustantivo ἐνθουσιασμός ‘posesión divina’, ‘entusiasmo’, que ha pasado a significar ‘inspiración arrebatada del poeta’ y de ahí ‘exaltación del ánimo’.
De la palabra γόνος ‘nacimiento’, del verbo γίγνομαι ‘nacer’, añadida a θεός tenemos el término teogonía, conjunto de relatos sobre el origen de los dioses; y cosmogonía, creada a partir de κόσμος ‘universo’ y γόνος ‘nacimiento’ para referirse a las creencias que trataban de explicar el origen del universo. Ambos términos son antiguos.
La palabra teología procedente de θεολογία ‘investigación sobre la divinidad’, se formó a partir de θεός ‘dios’ y λόγος ‘palabra’. Ya fue utilizada por los Presocráticos y por Platón, para quien la teología es el paso del mito al logos, el descubrimiento de la verdad escondida en los mitos. En los siglos IV y V el cristianismo la incorporó a su terminología con el significado amplio de ‘conocimiento de Dios’.
El siguiente grupo de palabras se refiere a las manifestaciones o a la concepción que los fieles tienen de la divinidad: antropomorfismo, creado a partir de las palabras ἄνθρωπος ‘hombre’ y μορφή ‘forma’, concibe la divinidad con figura de hombre con sus cualidades y defectos. La palabra no es griega, aunque sí existía en griego ἀνθρωπόμορφος, -ον. Esta concepción material o personal de los dioses produjo el deseo de reproducirlos en imágenes; nacieron así los ídolos, de la palabra griega εἴδωλον ‘imagen’, derivada de εἶδος ‘aspecto exterior’, a su vez derivada de la raíz del aoristo εἶδον ‘ver’. Para denominar el culto que se rendía a las imágenes de los dioses el cristianismo creó con la palabra λατρεία ‘servicio remunerado’ los compuestos εἰδωλολάτρης ‘servidor de los ídolos’ y εἰδωλολατρεία ‘culto a los ídolos’, en español idólatra e idolatría. El sustantivo λατρεία es un derivado de λάτρις ‘servidor’ y λατρεύω ‘trabajar por un salario’, ‘servir’, derivadas ambas de λάτρον ‘salario’. Estos nuevos términos cristianos nacieron para criticar las creencias en otros dioses, por lo que εἴδωλον pasó a significar en tono peyorativo las imágenes de dioses paganos. En época reciente ídolo amplió su campo semántico para designar a las personas tenidas como modelo o referente ideal de algo.
Inspirados en los términos cristianos anteriores los estudiosos de las religiones crearon en época moderna, de ζῷον ‘animal’ y λατρεία zoolatría ‘culto a los animales’, y con ὄφις ‘serpiente’ ofiolatría ‘culto a las serpientes’.
De las personas que eran intérpretes del dios tenemos profeta procedente de προφήτης ‘intérprete de un dios’, derivado de προφημί ‘anticipar’.
La palabra pitonisa procede de Πυθώνυσσα ‘Pitonisa’, sacerdotisa de Apolo e intérprete de sus oráculos. Recibió este nombre porque el dios venció a la serpiente Pitón que custodiaba el lugar de Delfos. Posteriormente se ha llamado así a una de las grandes serpientes y pitonisa a las hechiceras o personas que supuestamente adivinan el futuro.
Sibila procede de la palabra griega σίβυλλα ‘sibila’, ‘profetisa’. Fue en un principio el nombre de una profetisa de Eritrea y después de Cumas. En época tardía se convirtió en el nombre común para designar a las profetisas.
El pensamiento de un dios podía conocerse también consultando a un adivino, μάντις. De esta palabra tenemos sustantivos como mántica ‘adivinación’, oniromancia ‘adivinación por medio de los sueños’, compuesto reciente a partir del antiguo ὀνειρόμαντις ‘intérprete de sueños’, formado de ὄνειρος ‘sueño’ y μάντις ‘intérprete’. En el campo de la superstición tenemos los modernos quiromancia ‘adivinación por las rayas de la mano’, compuesto de χείρ, χειρός ‘mano’ y μαντεία ‘adivinación’, y nigromancia (también necromancia) ‘adivinación del futuro mediante la evocación de los muertos’; compuesto del adjetivo νεκρός ‘muerto’ y μαντεία ‘adivinación’. El primer elemento del compuesto, νεκρός, se confundió fonéticamente con el latino nigrum ‘negro’, de donde se le llamó a esta superstición magia negra.
Las muestras de culto o veneración al dios se expresaban a través de plegarias y sacrificios: ofrendas rituales de productos de la tierra o del esfuerzo de los hombres y de animales. De este segundo tipo tenemos la palabra holocausto, un compuesto de ὅλος ‘todo’ y el adjetivo καυστός, derivado de καίω ‘quemar’. Indica el sacrificio cuya víctima se quema por completo para que llegue toda ella a los dioses, a diferencia de otras formas de sacrificio en las que sólo se ofrece una parte del animal y lo demás es consumido por la comunidad. La abundante utilización del término, ya en formas verbales, ya en sustantivos o adjetivos, en la versión griega de la Biblia desvió el campo semántico a la cruel matanza de judíos llevada a cabo por los nazis, pasando a significar la matanza en masa de un grupo, o una etnia.
Otra forma de sacrificio es ἑκατόμβη ‘hecatombe’. Se trata de un antiguo término compuesto del numeral ἑκατόν ‘cien’ y del sustantivo βοῦς ‘vaca’. Sería el sacrificio de cien vacas, sin embargo de ningún ejemplo se puede deducir exactamente este sentido. Homero lo emplea una vez para referirse al sacrificio de quince vacas, otra al de caballos sin especificar su número y muchas veces a un sacrificio sin más. Quizá esta palabra no quiera decir otra cosa que ‘sacrificio de abundante número de víctimas’ o sacrificio importante o solemne. A partir del sentido de ‘numerosas víctimas’, hecatombe pasó a significar ‘desgracia con gran mortandad de personas’.
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