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3.6. Significado evolutivo de las características ligadas al desarrollo embrionario

El estudio de la embriología ha ayudado mucho a la teoría de la evolución, aportando datos que servían para afianzar los estudios de Darwin.

Embriones y ley biogenética
Este dibujo de Haeckel (1874) representa su "ley biogenética", basada en el hecho de que los diferentes tipos de vertebrados se parecen más entre sí en las primeras etapas del desarrollo embrionario (fila superior) que en las últimas (fila inferior).

La  relación  entre  embriología  y desarrollo fue estudiada por Haeckel –quien también propuso el reino de los protistas–. Haeckel estudió los distintos tipos de embriones de vertebrados, desde el pez hasta el ser humano, y creyó observar que cada animal recorre a lo largo de su desarrollo embrionario todas las fases evolutivas que le han llevado a ocupar su lugar en el orden natural. Así, por ejemplo, un feto humano comienza su desarrollo como una simple célula, exactamente del mismo modo en que debió comenzar la vida. Posteriormente, la célula se ha convertido en una blástula (esfera hueca) que recuerda a la morfología de las esponjas. Seguidamente, y como resul- tado de la invaginación del embrión, se produce una estructura de dos capas en forma de copa (la gástrula) que recuerda a los cnidarios, como los corales y las medusas. Luego, el embrión humano comienza a alargarse y, en treinta días, atraviesa fases en las que presenta agallas, cola y extremidades similares a aletas, típicas de los peces y los renacuajos. Pronto, el embrión adopta una forma propia de los mamíferos, pero hasta dos meses más tarde no se aprecia claramente que es un primate.

Fue a partir de estas semejanzas como Haeckel enunció la llamada ley biogenética: "La sucesión de los antepasados en estado adulto recapitula en las sucesivas fases embrionarias", es decir, "la ontogenia recapitula a la filogenia", siendo la ontogenia el desarrollo embrionario y la filogenia el  desarrollo evolutivo. Esta ley supone que en la historia de un individuo se resume la historia de la especie, ya que en su desarrollo se pasa por una serie de etapas que se corresponden con los estados adultos de sus antepasados.

La única forma de que se produzca dicha recapitulación es que los nuevos caracteres (los que con la evolución aparecen en los adultos) se añadan al final del desarrollo de sus descendientes (lo que se avenía muy bien con el mecanismo de la herencia de los caracteres adquiridos, pero no con la selección natural: los caracteres adquiridos durante la vida adulta podían ser incorporados al final del desarrollo de los hijos).

Por la misma época, Thomas Henry Huxley (1825-1895) explicó, en su libro El lugar del hombre en la naturaleza, que la semejanza entre los embriones era mayor entre las especies estrechamente emparentadas que entre organismos de tipos muy diferentes. En 1916, Thomas Hunt Morgan (1866-1945) llegaba a la conclusión de que los embriones de un mamífero, un ave y un reptil tienen hendiduras branquiales, no porque las hayan heredado de un antepasado pisciforme adulto, sino porque las presentaban los embriones de dicho antepasado común. Esto, en realidad, era una refutación de la teoría de Haeckel.

Hoy se sabe que la ley biogenética no siempre se cumple, y el intento por parte de Haeckel de reconstruir los linajes evolutivos sobre la base del desarrollo embrionario le condujo a filogenias que, como hoy sabemos, eran totalmente incorrectas. Los modernos estudios del desarrollo nos hacen ver la relación que existe entre la filogenia y la ontogenia (evolución y desarrollo) y que ésta está mucho más cerca del pensamiento de Huxley y Morgan que el de Haeckel. Un ejemplo lo tenemos en el caso de los vertebrados. Todos los vertebrados pasan en su desarrollo por una misma etapa embrionaria, aunque los caminos hasta llegar a ella y las fases posteriores puedan ser diferentes. Las diferencias en los caminos se explican porque los embriones tienen que adaptarse a sus condiciones de vida, que son distintas en un vertebrado que se alimenta del vitelo del huevo (como un pez, un anfibio, un reptil, un ave) y un mamífero que se nutre a través de la placenta.

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