2.3. De los pangenes a los genes
Al contrario que Weismann, el botánico holandés Hugo Marie de Vries (1848-1935) no rechazó la hipótesis de la pangénesis de Darwin, sino que introdujo en la misma las revisiones pertinentes para eludir la herencia de los caracteres adquiridos. Para De Vries, las gémulas —a las que llamó pangenes en homenaje a Darwin— se situaban en los cromosomas y contenían instrucciones que especificaban cada rasgo concreto (el color de la flor, por ejemplo), no determinantes de cada parte del cuerpo; aventuró además que el núcleo de cada célula incluiría todos los pangenes, aunque solo algunos se expresarían. Para que los pangenes “activos” hicieran su efecto, la información que portaban debía migrar del núcleo al citoplasma, donde induciría los procesos de diferenciación celular, pero nunca podría abandonar las células. Por esta razón, en 1889 llamó a su teoría pangénesis intracelular.
De Vries estudió experimentalmente cómo se heredan los pangenes mediante un programa de hibridación controlada, esto es, de cruzamiento de plantas que solo diferían en un carácter. En 1900 publicó un artículo en el que daba a conocer sus resultados; el botánico alemán Carl Erich Franz Joseph Correns (1864-1933) lo leyó… y comprendió que le habían tomado la delantera, puesto que él mismo estaba a punto de comunicar los hallazgos de sus propias investigaciones, coincidentes con los de De Vries. Pero, en lugar de conceder a De Vries la primacía, Correns se la atribuyó a un monje austriaco ya fallecido, cuyos trabajos, publicados en 1866, obraban en su poder. De Vries acabó por consignar la prioridad del religioso, pero jamás reconoció que el trabajo de este había iluminado el suyo propio (y existen fuertes sospechas al respecto). El monje no era otro que Gregor Johann Mendel (1822-1884).
Habitualmente se atribuye a De Vries y Correns el mérito de haber llegado de forma independiente a las mismas conclusiones que Mendel. Sin embargo, como acabamos de ver, dicho “redescubrimiento” fue primariamente el resultado de una disputa de prioridad entre De Vries y Correns, y es posible que no hubieran comprendido sus propios resultados sin haber leído con anterioridad los escritos de Mendel. A menudo se incluye también al agrónomo austriaco Erich von Tschermak-Seysenegg (1871-1962), nieto de un profesor de botánica de Mendel, en el trío de “redescubridores” de este último; paro la validez de dicha adscripción es discutible, porque von Tschermak no llegó a entender la importancia del trabajo de Mendel ni la naturaleza de los conceptos que introdujo.
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