5. El desastre del 98

La guerra colonial que comenzó en Cuba en 1895 y un año después en Filipinas, se convirtió en el problema más determinante para el sistema de la Restauración. La intervención de los Estados Unidos a favor de las colonias en 1898 y en defensa de sus intereses económicos precipitó el final de la guerra y la pérdida de las colonias.

Los Estados Unidos ansiaban sustituir la influencia colonial española y habían introducido grandes cantidades de capitales en sus colonias, a la vez que la prensa había preparado a su opinión pública en contra de España, por lo que el enfrentamiento era previsible. La ocasión se produjo en 1898, cuando el acorazado Maine explotó en el puerto de La Habana, y las autoridades norteamericanas acusaron a España del hundimiento.

La guerra duró poco debido a la superioridad militar americana. El 1 de mayo en Cavite, Filipinas, fue destruida la flota española del Pacífico por la armada norteamericana y, el 3 de julio, la escuadra española del Atlántico también era aniquilada por los barcos norteamericanos en Santiago de Cuba. Por el Tratado de París, España reconocía la independencia de Cuba y cedía Filipinas, Puerto Rico y la isla de Guam a los Estados Unidos.

Las repercusiones económicas del conflicto fueron importantes y afectaron a las clases más humildes.

El desastre colonial puso en evidencia la fragilidad económica del país y agravó la crisis de un régimen político. Se habló de la necesidad de regenerar España y algunos intelectuales y políticos como Joaquín Costa (1846-1911) introdujeron el concepto de regeneracionismo. Defendían que la regeneración del país debía pasar ante todo por la moralización de la gestión pública y necesitaba una reforma de la estructura del Estado.