4.4. Mecanismos de inmunidad tumoral. El cáncer
Un cuerpo humano sano se puede asemejar a un ecosistema en equilibrio que intercambia materia y energía con su entorno y tiende a mantener sus parámetros fisiológicos y morfológicos dentro de unos márgenes adecuados. El “ecosistema humano” está formado por un conjunto de poblaciones celulares, donde la norma es la cooperación y el autosacrificio: cada célula se divide, se diferencia, actúa y muere cuando sea necesario para el bien del organismo; si los mecanismos que controlan la proliferación de un tipo particular de células fallan, se pierde el equilibrio, se forma una masa de células (tumor) de crecimiento autónomo, progresivo e incontrolado, que se dividen de forma anárquica y altera la forma, el tamaño y el funcionamiento del órgano afectado. El tumor (o neoplasia) es benigno si sus células permanecen juntas —frecuentemente rodeadas por una membrana de contención o cápsula— y maligno si se dispersa a otros órganos (metástasis), en cuyo caso hablamos de cáncer.
Célula cancerosa atacada por macrófagos (Fuente: http://visualsonline.cancer.gov).
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Una célula normal se puede transformar en cancerosa por múltiples causas: por una mutación inducida por agentes carcinógenos (sustancias químicas como el amianto, las anilinas y el alquitrán, o agentes físicos como la luz UV, los rayos X y las radiaciones nucleares) o por la acción de los virus oncogénicos, que activan la expresión de determinados oncogenes responsables del cáncer.
Las células cancerígenas presentan antígenos en su superficie que las diferencian de las células normales y que son identificadas como extrañas por el sistema inmunitario. De hecho, muchas células tumorales son eliminadas, antes de que se detecte el cáncer, tanto por las defensas inespecíficas como específicas. Sin embargo, en ocasiones, el sistema inmunitario no logra eliminar todas las células cancerígenas que se producen continuamente, y sobreviene entonces la enfermedad. El sistema inmunitario puede fallar, entre otras cosas, porque:
- No se detectan los antígenos de superficie de las células tumorales, debido a que carecen de alguna molécula que impida su correcta presentación o a que están ocultos por moléculas no sospechosas.
- Las células cancerosas producen sustancias que interfieren en el funcionamiento de los linfocitos TC.
- Las células cancerosas presentan, frecuentemente, muchas moléculas con carácter antigénico, lo que provoca un bloqueo de los receptores de los linfocitos TH, impidiendo así el reconocimiento de nuevas células alteradas.
Lo que está demostrado es que el cáncer se desarrolla más fácilmente en situaciones de inmunodeficiencia: en enfermos de SIDA, en personas de edad avanzada o sometidas a tratamientos con inmunosupresores... Los principales tratamientos del cáncer incluyen:
- La cirugía (extirpación del tumor y de los ganglios linfáticos próximos a él).
- La radioterapia (bombardeo del tumor con isótopos radiactivos).
- La quimioterapia (administración de fármacos que impiden la división de las células cancerosas).
- La inmunoterapia antitumoral, que consiste en aplicar técnicas como la administración de linfocitos o de células NK activadas, el suministro de moléculas como interferón, interleucinas (principalmente IL-2), factores estimulantes de clones de linfocitos T y anticuerpos monoclonales [véase el recuadro a continuación], o la utilización de vacunas en algunos tipos de cáncer.
Anticuerpos monoclonales
Proceso de obtención de anticuerpos monoclonales. A la izquierda se indica cómo en el interior del animal tiene lugar la formación de anticuerpos específicos para los determinantes antigénicos presentes en la superficie del antígeno. Si se extrae suero del animal, este contendrá los distintos tipos de anticuerpo (antisuero policlonal). (Fuente: ASH).
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En la respuesta inmunitaria se producen, para un determinado antígeno, un gran número de anticuerpos distintos (policlonales) que reconocen los distintos epítopos de ese antígeno. Un anticuerpo monoclonal (del inglés monoclonal antibody) es un anticuerpo estructuralmente homogéneo capaz, por tanto, de unirse a un determinado antígeno siempre de la misma manera. Se obtienen por fusión de un clon de linfocitos B (obtenido de un animal) y una célula tumoral (para garantizar una multiplicación rápida e indefinida). La células híbridas obtenidas, denominadas hibridomas, se aíslan, se cultivan y si produce anticuerpos que se unan correctamente y siempre de la misma manera al antígeno, ya están en disposición de ser utilizados clínicamente para:
- Diagnóstico. La identificación y el aislamiento de multitud de sustancias (por ejemplo, citocinas y otras proteínas), lo que facilita el diagnóstico de un gran número de enfermedades.
- Tratamiento. En enfermedades autoinmunitarias, cancerígenas o infecciosas, y para evitar el rechazo en los transplantes.
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