Saltar la navegación

2.4. Linfocitos

Linfocito
Imagen de un linfocito humano obtenida por microscopía electrónica de barrido (fuente: http://visualsonline.cancer.gov).

La diferenciación de los linfocitos a partir de células madre de la médula ósea, o del hígado en los fetos [véase el apartado "Componentes del sistema inmunitario de los vertebrados"], puede tener lugar según dos vías distintas, dando lugar a dos poblaciones linfocitarias: los linfocitos B y los linfocitos T. Existe una tercera población formada por linfocitos de mayor tamaño conocidos como asesinos naturales (NK, de natural killer) porque matan “espontáneamente” células cancerosas o infectadas por virus; pero como no reconocen antígenos específicos, no se estudiarán en este apartado.

 

Linfocitos B

Diferenciación de linfocitos Célula plasmática
Izquierda: según la teoría de la selección clonal propuesta en 1978 por el médico australiano Macfarlane Burnet (1899-1985), una célula madre experimenta un proceso de diferenciación y reordenamiento genético (1) para producir linfocitos inmaduros con muchos receptores de antígenos diferentes (2). Aquellos linfocitos que se unen a antígenos de los tejidos del propio organismo son destruidos (3), mientras que los restantes maduran generando linfocitos inactivos (4). Muchos de ellos nunca se unirán a su correspondiente antígeno (5), pero aquellos que sí lo hagan serán activados y producirán muchos clones de sí mismos (6). En conjunto, es como si el antígeno, al ingresar en el organismo, “seleccionara” un clon linfocitario preexistente y específico para él, induciendo su expansión (Fuente: http://en.wikipedia.org/wiki). Arriba: imagen obtenida por microscopía electrónica de una célula plasmática, en cuyo interior se observa gran cantidad de RER (Fuente: http://millette.med.sc.edu).

El nombre de estas células hace referencia a la Bolsa de Fabricio, un órgano linfoide próximo a la cloaca de las aves en el que se observó por primera vez su proliferación y diferenciación. En los mamíferos, en cambio, la maduración de los linfocitos B tiene lugar en la propia médula ósea en la que se generan. Durante el proceso de maduración comienzan a fabricar moléculas de anticuerpos BCR (del inglés B-cell receptor, “receptor de célula B”) que se expresan sobre su membrana plasmática. Ahora bien, cada linfocito B está “programado” para sintetizar un único BCR, capaz de unirse a un determinante antigénico específico. Por tanto, deberán existir literalmente millones de tipos de linfocitos B, de manera que los linfocitos que reconozcan un antígeno concreto sumarán una minúscula fracción de la población total de linfocitos. Hay que recalcar que el sistema inmunitario no “sabe” qué anticuerpos va a necesitar a lo largo de su vida, por lo que habrá de fabricar linfocitos capaces de reconocer cualquier tipo de antígeno (moléculas sintéticas incluidas), aunque la inmensa mayoría de ellos no se utilizarán a lo largo de la vida del individuo. En un momento dado estos linfocitos expresarán en su membrana receptores de tipo IgM e IgD, abandonando la médula ósea para poblar los órganos linfoides periféricos.

¿Cómo es posible tal diversidad? Como vimos en la Unidad 7, un extraordinario proceso genético reordena unos cuantos fragmentos de cromosomas, componiendo así los millones de genes necesarios para sintetizar los correspondientes anticuerpos. Cuando un antígeno se une a las escasas células B que tienen receptores capaces de reconocerlo, dichas células inician un proceso de proliferación masiva [véase la ilustración anterior en esta página], de forma que, en pocos días, hay el suficiente número de ellas como para ejercer una respuesta inmunitaria eficaz. Se transforman entonces en células plasmáticas, grandes y provistas de un retículo endoplasmático muy desarrollado, que liberan anticuerpos idénticos al BCR de su superficie.

Linfocitos T

Mientras que los linfocitos B pueden actuar a larga distancia produciendo anticuerpos que vierten al torrente sanguíneo, los linfocitos T solo actúan localmente, sobre las células más próximas. Se llaman así porque sus precursores, originados en la médula ósea, han de migrar hasta el timo para completar su maduración, tras lo cual se dirigirán a los órganos linfoides secundarios en los que ejercerán su acción.

En el proceso de maduración en el timo, los linfocitos T expresan, mediante un proceso de recombinación genética similar al de los linfocitos B, un receptor específico para el antígeno llamado TCR (del inglés T-cell receptor) y, además, adquieren unas glucoproteínas llamadas marcadores CD (de “conjuntos de diferenciación”) que colaboran en el reconocimiento antigénico (se dice que son correceptores). Según el tipo de marcador CD pueden distinguirse dos subpoblaciones principales de linfocitos T:

  1. Linfocitos CD8+ o linfocitos T citotóxicos (TC). Presentan el marcador designado por CD8 y destruyen células infectadas por virus u otros patógenos intracelulares (antes de que proliferen e invadan otras células), así como células cancerígenas; dicho proceso se llama citotoxicidad.
  2. Linfocitos CD4+ o linfocitos T colaboradores o auxiliares (TH, de helper). Expresan el marcador CD4. Estimulan la proliferación de los linfocitos CD8+ y B, induciendo la producción de anticuerpos, y activan a los macrófagos para que destruyan los patógenos que se multiplican en su interior.

Obra publicada con Licencia Creative Commons Reconocimiento No comercial Compartir igual 4.0