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La nomenclatura binomial

El filósofo griego Aristóteles (384-322 a.C.) propuso clasificar a los animales en Enaima (con sangre roja) y Anaima (sin sangre roja), grupos más o menos homologables a los actuales Vertebrados e Invertebrados, respectivamente. A su vez, dividió estos grupos en varios géneros, cada uno de los cuales reunía a diversas especies con rasgos similares. El naturalista inglés John Ray (1627-1705), en el siglo XVII, precisó que una especie es un conjunto de seres vivos procedentes de antecesores comunes, parecidos entre sí y capaces de cruzarse entre ellos.

Pero la aportación clave a la clasificación de los seres vivos es la del naturalista sueco Carolus Linnæus (1707-1778), más conocido como Linneo, que decidió nombrar las especies usando solo dos palabras.

Linneo se percató de que había logrado un sistema para etiquetar a todas las especies. Para ello, siguiendo la tradición aristotélica de agrupar a las especies en géneros, solo tenía que usar el primero de sus dos nombres latinos para designar al género al que pertenecían, y el segundo para la propia especie. El uso de la nomenclatura binominal (“dos nombres”) permitió identificar y distinguir a cada especie de entre millones; dio origen a la clasificación natural de los seres vivos.

Linneo sentía auténtica fascinación por los nombres de las plantas. Por aquel entonces las especies se nombraban mediante una serie de palabras latinas que sintetizaban sus rasgos básicos. Así, la nébeda, o menta de gatos, se designaba como Nepeta floribus interruptae spicatus pedunculatis (“nébeda con flores en espiga pedunculada interrumpida”). Linneo pensó que el número de palabras era excesivo y decidió limitarlo a dos, pero conservando la convención de escribir ambas en latín –lo que posibilitaba que se pronunciasen igual en todos los países– y la primera de ellas en mayúscula, puesto que comenzaba la frase. La nébeda fue rebautizada como Nepeta cataria; Linneo escribió la palabra cataria en el margen del nombre apropiado de la especie, que quiere decir “relacionada con los gatos”, haciendo referencia a un atributo familiar de la especie. Tanto él como sus contemporáneos rápidamente empezaron a llamar a la planta con el nombre Nepeta cataria, que es el nombre que persiste hoy en día.

 
Nepeta cataria

Dibujo que representa la Nepeta cataria: a es la planta completa; b, la flor; c, detalle del cáliz; d, detalle de la corola; e, detalles del fruto.

 

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