Arqueobacterias
Son un grupo peculiar de procariotas, cuyo nombre (del griego arkhḗ, “primitivo”) hace referencia a que las pruebas genéticas iniciales sugerían que se trataba de un taxón muy antiguo y a que muchas de ellas crecen en condiciones que, según se suponía, prevalecieron en los comienzos de la vida sobre la Tierra. Existen, en efecto, arqueobacterias termoacidófilas (que viven a temperaturas superiores a 80 °C y pH inferior a 2), halófilas extremas (en ambientes de elevada salinidad) y metanógenas que producen metano en ausencia de O2.
Methanopyrus, una arqueobacteria hipertermófila (se reproduce a temperaturas comprendidas entre 91 y 113 ºC) y metanógena (fuente: www.wikipedia.org). |
Además, su estructura molecular difiere de la de los otros procariotas; por ejemplo, los lípidos de la membrana plasmática carecen de ácidos grasos y, en su lugar, poseen cadenas laterales compuestas de unidades de isopreno unidas al glicerol por enlaces éter. Por estas y otras razones, a menudo se las incluye en un tercer dominio, el de las arqueas, situado al mismo nivel que las eubacterias (los restantes procariotas) y los eucariotas. No obstante, un creciente número de biólogos opina que, en realidad, las arqueobacterias y los eucariotas evolucionaron al mismo tiempo a partir de bacterias G(+) que se adaptaron a la hipertermofilia, en las que la mureína de la rígida pared celular fue reemplazada por glucolípidos —que forman un glucocáliz flexible—. En tal caso, las arqueas habrían de ser reclasificadas como un tipo más de bacterias [véase la ilustración del epígrafe 3. Los microorganismos sobre las relaciones filogenéticas de los seres vivos].
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