1. Los ácidos nucleicos
El bioquímico suizo Johan Friedrich Miescher (1844-1895) había descubierto en 1869 que el núcleo de las células de pus extraídas de vendajes apenas se alteraba al tratarlo con pepsina, una enzima que digiere las proteínas. Miescher analizó la sustancia que quedaba en el núcleo, a la que llamó nucleína, y comprobó que, al contrario que las proteínas, contenía fósforo, pero no azufre. Tres años más tarde aisló nucleína de espermatozoides del salmón, disociándola en dos componentes: una sustancia proteínica fuertemente básica y menos compleja que otras proteínas a la que llamó protamina y una porción no proteínica de carácter ácido que, en 1899, se designaría como ácido nucleico.
Entre 1882 y 1900, el medico alemán Ludwig Karl Martin Leonhard Albrecht Kossel (1853-1927) y sus colaboradores individualizaron, al hidrolizar la nucleína, un conjunto de componentes nitrogenados de carácter básico a los que llamaron bases nitrogenadas. Eran cinco: adenina, guanina, citosina, timina y uracilo. Se trataba de compuestos heterocíclicos y aromáticos; los dos primeros contenían un par de anillos fusionados que recordaba al de un compuesto conocido como purina, por lo que se les denominó bases púricas, mientras que la estructura de los otros tres solo incluía un anillo de pirimidina, y se les designó como bases pirimidínicas:
Estructuras de las principales bases nitrogenadas de los ácidos nucleicos, con sus nombres, sus símbolos y la numeración de sus átomos. El nitrógeno 9 de las bases púricas y el 1 de las pirimidínicas se destaca en rojo por ser el punto de unión a otros componentes de los ácidos nucleicos (fuente: ASH).
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