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Origen de los minerales. Cristalogénesis

En el epígrafe anterior hemos visto que la característica principal de los cristales es su ordenación interna. Para que este orden se logre y se forme, en consecuencia, un cristal, es necesario:

  1. Que las partículas tengan libertad de movimientos; es decir, se ha de partir de un estado fluido –líquido o gas–. Recuérdese que las partículas de un fluido están en continuo movimiento y no ocupan una posición determinada en el espacio.

  1. Que se produzca un cambio de estado, de fluido a sólido. Ahora bien, la solidificación no implica necesariamente la formación de cristales o cristalogénesis; para que esto ocurra se han de cumplir tres condiciones:

    • La velocidad de formación de los cristales ha de ser lenta para que las partículas puedan ordenarse en el espacio, de manera que, cuanto más lenta es la cristalogénesis, más grandes son los cristales formados. Las partículas necesitan tiempo para formar las redes cristalinas.

    • Debe existir suficiente espacio físico para que los cristales se puedan desarrollar; si hay barreras lindantes impedirán su tendencia natural de crecimiento.

    • El medio en que se produce este proceso ha de estar en reposo, porque la agitación impide la ordenación de las partículas.

Luego para que se formen cristales es preciso tiempo, espacio y reposo.

Si las condiciones se cumplen, los cristales pueden originarse en la naturaleza según cuatro procesos básicos:

Solidificación A partir de un material fundido, como el enfriamiento de un magma.
Precipitación A partir de una disolución sobresaturada que se evapora lentamente. Así se forman las rocas salinas evaporíticas o las calizas travertínicas como estalactitas.
Sublimación A partir del estado gaseoso, sin pasar por la fase líquida. Este es un mecanismo muy poco frecuente y los cristales que se forman suelen ser de pequeño tamaño. Así ocurre en algunas emisiones volcánicas (solfataras).
Recristalización En fase sólida, por el paso de un estado sólido a otro también sólido, con cambio en la estructura y forma cristalina. Es muy compleja y se debe a variaciones importantes en la temperatura y presión.

De estos procesos, sólo los tres primeros suponen la formación de nuevos cristales.

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