1.2. Preformismo y epigénesis
Dibujo de un espermatozoide humano realizado por el holandés Nicolaas Hartsoeker (1656-1725), afín a Leeuwenhoek. El dibujo no representa lo que vio, sino lo que suponía que había en el interior del espermatozoide: un “homúnculo”, o individuo preformado (Fuente: http:// en.wikipedia.org/). |
Una salida al dilema, sugerida por el propio Leeuwenhoek, era suponer que en realidad no se producía copia alguna, sino que el nuevo organismo estaba ya de algún modo preformado en los espermatozoides o en los óvulos, y que su desarrollo era solo un proceso de engorde (figura adjunta). Pero, entonces, ¿cómo podría alguien heredar rasgos de su padre y de su madre si, antes de que se conocieran, ya existía en uno solo de ellos?
La alternativa al preformismo era la epigénesis: la idea de que, en la reproducción, se desarrolla un organismo nuevo partiendo de materia desorganizada. Esta teoría fue desarrollada, entre otros, por el naturalista francés Georges-Louis Leclerc, conde de Buffon (1707-1788). Para Buffon, cada ser vivo estaría compuesto por unas unidades elementales a las que llamó moléculas orgánicas, que se disgregarían tras su muerte y que otros seres podrían incorporar, mediante la nutrición, para posibilitar el desarrollo de sus órganos; las moléculas sobrantes de cada órgano se acumularían en los “líquidos seminales” producidos tanto por el macho como por la hembra, que, al mezclarse en la reproducción, transmitirían a la descendencia una “imagen” de los órganos de los padres.
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