1.3. La fase lumínica de la fotosíntesis
El atento lector habrá reparado en que, a lo largo de la exposición sobre la fijación del CO2, la luz y la clorofila han brillado por su ausencia. Realmente, el proceso descrito se conoce a menudo como fase oscura de la fotosíntesis, debido a que no depende directamente de la luz (aunque sí indirectamente, ya que cinco enzimas del ciclo de Calvin, incluida RuBisCO, se activan —funcionan u operan más eficientemente— por la luz). En todo caso, la pregunta pertinente es: ¿qué relación existe entre la fijación del CO2 y la llamada fase lumínica, la etapa en la que la luz juega un papel más activo?
La única conexión posible entre ambas fases debía estar seguramente vinculada al origen del ATP y el NADPH necesarios para el ciclo de Calvin. El primero de ellos podría ser producido en las mitocondrias, pero, ¿y el NADPH? Los experimentos de Hill demostraban que la formación de O2 solo podía ocurrir si “algo” se llevaba los electrones del H2O, y enseguida se pensó que ese “algo” podría ser el NADP+. De hecho, el bioquímico español Severo Ochoa de Albornoz (1905-1993), el microbiólogo estadounidense Wolf Vladimir Vishniac (1922-1973) y el polaco Daniel Israel Arnon (1910-1994) lograron demostrar simultánea e independientemente en 1951 que el NADP+ se reduce en los cloroplastos bajo la acción de la luz. La reacción de Hill sería, entonces:
Era una conclusión sencilla y acorde con los datos disponibles por aquel entonces. Y un experimento posterior se encargaría de mostrar que la naturaleza es de todo menos sencilla.
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