Líquidos intersticiales y líquidos circulantes
Una exploración microscópica al azar por el interior de muchos animales rara vez nos permitiría ver células, pues la mayoría de ellas están veladas tras un espeso andamiaje de estructuras defensivas y contrafuertes de apoyo, cuya consistencia va desde la blandura de una gelatina hasta la dureza de una concha.
A su vez, células y estructuras extracelulares están bañadas por lo que se ha venido en llamar el “mar interior” del animal: una mezcla de agua, sales minerales y otros solutos que recibe el nombre de líquido intersticial.
Son varias las funciones de este líquido intersticial, pero aquí nos ocuparemos únicamente de la que posee como medio de transporte de los nutrientes, gases respiratorios, sustancias de desecho y otras que han de desplazarse de un lado a otro del cuerpo.
En animales sencillos como las esponjas, los alimentos entran por los numerosos poros y canales de su cuerpo, llegando a cada célula por simple difusión, sin que se pueda decir que exista un sistema especializado en el transporte de sustancias. Este hecho se debe a que los espacios libres existentes entre las células son mínimos, y las sustancias se difunden entre el medio externo, el escaso líquido intersticial y las células.
En los cnidarios (pólipos y medusas), la cavidad intestinal está altamente dividida y es capaz de realizar la digestión y distribución de sustancias alimenticias; por esta razón, esta cavidad se denomina también sistema gastrovascular. Al igual que en las esponjas, los nutrientes se difunden por el líquido intersticial directamente a las células. El proceso se ve favorecido por los movimientos del cuerpo del animal (en el caso de las medusas), que agita el contenido de la cavidad central y ayuda a la circulación. Podemos ver, pues, que en estos grupos (y en algunos otros, como ciertos gusanos poco complejos) no es necesario un sistema de transporte de sustancias nutritivas, de desechos ni de gases.
Pero la difusión a través de un líquido intersticial que está esencialmente en reposo es un proceso muy lento y poco eficaz para satisfacer las necesidades de las células en animales de gran tamaño y complejidad. Este grave inconveniente fomenta la necesidad de un dispositivo que mueva los fluidos corporales junto con las sustancias que llevan en su seno; además, dicho movimiento deberá ser canalizado de modo que tenga lugar en la dirección “correcta”. El sistema capaz de llevar esto a cabo recibe el nombre de aparato circulatorio.
Recuerda...
Los gases respiratorios han de atravesar los epitelios de las superficies respiratorias entre el medio interno y el medio externo al animal, y lo hacen por difusión simple, es decir por efecto del movimiento aleatorio de sus moléculas y desde la región donde haya más concentración a la que hay menos concentración de cada gas en particular, tendiendo a igualarse las concentraciones.
Este proceso es mucho más eficaz en el aire que en el agua. Así, el coeficiente de difusión del oxígeno es unas 200.000 veces más elevado en el aire que en el agua a 20 ºC y el del CO2 es de unas 9.000 veces. Aún más bajo es el coeficiente de difusión en los tejidos animales que en el agua pura. Como consecuencia, la difusión podría cubrir las necesidades de oxígeno de las células de un tejido si la distancia entre la fuente del mismo y las células no supera aproximadamente el milímetro. Por lo tanto, en animales mayores es necesaria la presencia de un sistema que lo transporte a mayores distancias desde el punto de captación: un sistema circulatorio.
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