Aparatos circulatorios cerrados
La circulación abierta presenta dos serios inconvenientes:
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Se produce un descenso brusco en la presión cuando la hemolinfa llega a las lagunas, lo que dificulta enormemente su retorno al corazón. (El inconveniente se resuelve en muchos animales, además de por la presencia de corazones accesorios, por la acción de los músculos que rodean a las lagunas y por la aspiración que sobre la hemolinfa ejerce el corazón cuando queda vacío tras cada contracción.)
- No se puede regular el flujo de hemolinfa a determinadas zonas. Esta dificultad es muy importante en los insectos, que necesitan una gran cantidad de nutrientes y oxígeno para el vuelo; la resuelven adquiriendo los nutrientes por el aparato circulatorio y el oxígeno por el sistema traqueal, lo que les permite una mayor tasa metabólica.
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Otros animales han solventado estos inconvenientes de forma simultánea con la adquisición de aparatos circulatorios cerrados, en los que el líquido circulante (denominado en estos casos sangre) en ningún momento sale de los conductos. En este tipo de aparatos, las arterias que parten del corazón se ramifican en vasos de calibre cada vez menor hasta llegar a unos vasos microscópicos, los capilares. Las sustancias atraviesan las delgadas paredes de éstos –formadas por una sola capa de epitelio plano simple–, pasando de la sangre a los líquidos intersticiales y viceversa. Después, los capilares van convergiendo y formando vasos de calibre cada vez mayor que confluyen en las venas que llevan la sangre al corazón. Este órgano funciona como una bomba impulsora, lo que permite una circulación mucho más rápida y eficaz.
Los aparatos circulatorios cerrados se encuentran en grupos de invertebrados tales como los nemertinos, los cefalópodos, los anélidos y en todos los vertebrados.
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