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Las células madre embrionarias humanas y la sociedad

El desarrollo de algunas investigaciones depende no solo del avance tecnológico sino también de su aceptación social. Los estudios con células madre embrionarias son un buen ejemplo: para muchas personas constituye un problema moral y se oponen a su uso argumentando que los embriones, y entre ellos incluyen a la blástula, tienen estatus de personas y, en consecuencia, no deben ser destruidos o utilizados para otros fines distintos a los de originar un nuevo ser humano. Los que argumentan a favor de la utilización de las células madre, justifican su uso en que pueden conducir a encontrar la cura de muchas enfermedades y, por tanto, a reducir el sufrimiento humano, y hacen la distinción entre las células madre totipotentes y el embrión totipotente (recordemos que no se utiliza todo el blastocito, sino la masa celular localizada en su interior).

El estatus humano de las células madre embrionarias ha sido rebatido científicamente en múltiples ocasiones, debido a que no pueden desarrollarse de manera independiente al embrión preimplantacional, a la ausencia de sensibilidad o capacidad de percepción y al alto promedio de mortalidad natural de estos primeros estados de desarrollo del embrión. Sin embargo, aún considerando que los embriones no tienen el estatus de personas, en numerosos países se han creado comités de bioética para analizar la cuestión y establecer una serie de pautas a seguir que se recogen en sus legislaciones y que imponen, en mayor o menor grado, ciertas limitaciones a su uso (estado de desarrollo del embrión, tiempo de utilización, finalidad de la investigación, procedencia…).

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