2.2. Formación del acetil-CoA y ciclo de Krebs
¿Qué ocurre con el piruvato formado al finalizar la glucólisis? La respuesta depende esencialmente del tipo de célula y de la ausencia o presencia de oxígeno:
- En condiciones anaeróbicas (ausencia de oxígeno) el NADH formado durante la glucólisis reduce el piruvato, a etanol en levaduras (liberando CO2 en el proceso) y a lactato en bacterias como las del yogur (véase, más abajo, la ilustración sobre las reacciones del piruvato). Culminan así la fermentación alcohólica y la láctica, compendiadas en la ecuación↓ (4) y la ecuación↓ (5) y catalizadas por unas enzimas denominadas alcohol deshidrogenasa y lactato deshidrogenasa, respectivamente.
(4)
(5)
- En condiciones aeróbicas (presencia de oxígeno), en cambio, en la mayor parte de las células eucariotas el piruvato se oxida, de manera que la glucólisis constituye tan solo la primera etapa de la degradación completa de la glucosa a CO2 y H2O (respiración).
Podemos ahora reelaborar nuestro esquema del ciclo del carbono con la información de que disponemos, y obtendremos algo similar a la ilustración siguiente:

Nuevo esquema a nivel celular del ciclo del carbono, en el que se incluye la glucólisis como etapa inicial de la oxidación de la glucosa (fuente: ASH).
La sencillez de las reacciones que determinan el destino del piruvato en anaerobiosis (fermen- taciones) contrasta con la complejidad de su oxidación completa mediante la respiración, proceso que empezó a investigarse mientras aún se indagaba en el mecanismo de las fermentaciones.
Ya en la década de 1910 se había averiguado que las suspensiones de tejidos animales triturados podían oxidar, en ausencia de oxígeno, ciertos ácidos orgánicos de las células, como el succinato, el malato o el citrato, transfiriendo electrones a derivados de vitaminas como el NAD+ o el FAD. Estas observaciones permiten subrayar un hecho absolutamente fundamental: las sustancias orgánicas no se oxidan combinándose directamente con el oxígeno del aire, sino cediendo electrones a los aceptores apropiados.
¿Qué papel juega entonces el oxígeno durante la respiración? En la ilustración del apartado anterior (2.3.1. Flujo de electrones y fosforilación) y podemos apreciar su peculiar situación como la sustancia con el potencial redox más positivo de todas (es decir, con una afinidad por los electrones muy elevada). Los seres vivos han aprovechado esta propiedad disponiéndolo todo de manera tal que los electrones fluyan “cuesta abajo” desde las sustancias con alto contenido energético hasta el oxígeno; pero en dicho flujo no se aprecian grandes caídas, sino que transcurre a través de pequeños saltos de aceptor en aceptor, hacia potenciales redox progresivamente más positivos. De esta forma la energía se libera gradualmente, y puede recuperarse gracias a los ocasionales saltos con una “altura” de al menos 300 mV (la necesaria para sintetizar ATP).

El piruvato formado en la glucólisis puede seguir dos caminos: oxidarse por el ciclo de Krebs (flechas negras) o reducirse durante las fermentaciones alcohólica y láctica (flechas verde azuladas). (Fuente: ASH).
Esfuerzo muscular, acidosis y agujetas
Pese a ser aeróbicas, las células animales reducen continuamente piruvato a lactato, pero al ser el proceso reversible el lactato no se acumula en cantidades apreciables. Sin embargo, durante una actividad física intensa el oxígeno no llega a las células musculares con suficiente rapidez; en consecuencia, el piruvato no puede oxidarse mediante la respiración y los productos finales e intermediarios de la glucólisis tienden a acumularse. Algunos de estos intermediarios inhiben ciertas enzimas de la glucólisis, por lo que un exceso de los mismos podría bloquear el proceso; además, al irse consumiendo el NAD+ necesario para que se oxide el G3P llegaría a cesar la producción de ATP por la glucólisis. Para evitar esta situación la célula reduce el piruvato a lactato, con lo que se regenera el NAD+ y la fosforilación puede continuar. Como efecto colateral se acumula lactato, al que más tarde, ya en reposo, el hígado reconvierte a glucosa.
Contrariamente a la creencia popular, esta acumulación de lactato no es la responsable directa de la acidosis que se asocia con el ejercicio intenso, ya que dicha molécula es incapaz de liberar protones al medio (su versión no ionizada, el ácido láctico, sí lo hace; pero en las células siempre se genera lactato, nunca ácido láctico). Tampoco es responsable de las agujetas, tradicionalmente atribuidas a la formación de cristales de lactato que se clavarían como agujas en el músculo: el lactato no cristaliza a la temperatura corporal, y en las biopsias musculares nunca se ha observado lactato cristalizado. Hoy se imputan las agujetas a la rotura de células musculares no preparadas para el sobreesfuerzo, que vierten sustancias (como Ca2+ y K+) capaces de iniciar un proceso inflamatorio que, a su vez, origina el dolor muscular.
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