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2.1. ¿Por qué se produce el rechazo en los transplantes?

A mediados del siglo XX, la investigación sobre trasplantes condujo a un descubrimiento que aclaraba la naturaleza de la citada incompatibilidad entre donante y receptor: todas las células tienen en su superficie una especie de “documento de identidad”, formado por glucoproteínas, que se denominan antígenos de histocompatibilidad (del griego histo, que quiere decir “tejido”; el significado del término “antígeno” se explicará más adelante). Conocidas en nuestra especie como antígenos leucocitarios humanos (HLA, del inglés human leukocite antigens), porque se describieron por primera vez en leucocitos (glóbulos blancos), están cifradas en un conjunto de genes llamado complejo principal de histocompatibilidad (MHC, de major histocompatibility complex) localizados en el cromosoma 6.

Son muchos los antígenos de histocompatibilidad que se conocen en las células de los vertebrados. Estructural y funcionalmente se pueden agrupar en tres clases, conocidas como proteínas MHC de clase I, II y III. Por su número y diversidad resulta muy improbable que dos individuos posean la misma combinación de las tres clases, salvo que sean gemelos idénticos. De este modo, el organismo puede distinguir lo propio de lo ajeno: el éxito de un trasplante dependerá en gran medida de hasta qué punto el organismo receptor “acepte” el tejido u órgano del donante como propio; esto es, del grado de coincidencia que haya entre las proteínas MHC de ambos. Si no se logra “engañar” al organismo receptor, este atacará el tejido trasplantado y se producirá el rechazo.

Por descontado, un sistema tan complejo como el MHC no existe con el único propósito de importunar a los cirujanos que realizan los trasplantes y a sus pacientes. El rechazo a los transplantes debe ser visto como un “daño colateral” derivado de la necesidad imperiosa de identificar y destruir cualquier sustancia extraña potencialmente dañina: a menudo dichas sustancias son componentes de las superficies de los microorganismos que, desde luego, carecen de las proteínas MHC del organismo atacado.

Los seres vivos han desarrollado toda suerte de mecanismos para reconocer y neutralizar patógenos. Algunos de tales mecanismos, denominados innatos, se hallan en muchos tipos de seres pluricelulares; otros, llamados adaptativos, se han desarrollado principalmente en vertebrados. En conjunto forman un sofisticado sistema de órganos, tejidos, células y proteínas conocido como sistema inmunitario.

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