El carbono, base de la vida en la Tierra
Después del agua, los principales componentes de las células son las biomoléculas orgánicas. El esquema básico de las biomoléculas se fundamenta en reunir átomos de cierto elemento y construir con ellos largas cadenas o esqueletos de muy diversas formas (lineales, ramificados, cíclicos…), a los que se añaden en distintas posiciones átomos de otros elementos o grupos de ellos enlazados covalentemente (los llamados grupos funcionales); de esta forma se obtiene una variedad casi ilimitada de biomoléculas, desde la humilde glucosa hasta el gigantesco ADN. Ahora bien, ¿cuál o cuáles son los elementos más adecuados para formar estos esqueletos?
Para empezar, un elemento tal ha de poder formar más de dos enlaces covalentes con otros átomos (si admitiese solo dos enlaces podría unirse consigo mismo formando largas cadenas o anillos; pero serían esqueletos desnudos, sin otros átomos adicionales). Solo nueve elementos cumplen esta condición (véase el apartado "La molécula de agua"), y de ellos solo tres son relativamente abundantes: el carbono (C), el nitrógeno (N) y el silicio (Si). ¿Es posible “eliminar” alguno más?
Desde luego que sí. Teóricamente son posibles esqueletos nitrogenados, es decir, cadenas de átomos de nitrógeno; pero se descomponen espontáneamente en nitrógeno molecular (N2), ya que su triple enlace es más estable que el enlace sencillo:

El carbono y el nitrógeno pueden formar enlaces sencillos, dobles y triples; pero los enlaces sencillos de carbono son más estables que los de nitrógeno. (Fuente: ASH).
Descartado, pues, el nitrógeno, interesémonos por el carbono y el silicio, capaces ambos de establecer hasta cuatro enlaces. En particular, prestemos atención a la fortaleza de dichos enlaces, medida por la energía necesaria para romperlos (la llamada energía de disociación):
Tipo de enlace | ||||
Energía de disociación (kJ mol-1) |
Un enlace será más estable cuanto mayor sea su energía de disociación. Puede observarse que el enlace Si–Si es mucho menos estable que el enlace Si–O; al ser el oxígeno el tercer elemento más abundante del Universo, las cadenas de silicio tenderán a combinarse con él y originar compuestos oxidados. En cambio, el enlace C–C es casi tan estable como el enlace C–O. Y como la corteza terrestre contiene una cuarta parte de silicio pero menos del 1 % de carbono, casi todo el oxígeno libre que existía en la Tierra primitiva debió combinarse preferentemente con silicio formando silicatos, dejando así al carbono libre para polimerizarse con facilidad.
Obra publicada con Licencia Creative Commons Reconocimiento No comercial Compartir igual 4.0